Opinión

Arturo Baltar Santos

El hornero rojo común (Furnarius rufus), también conocido como alonsito en Argentina, hornero en Uruguay y joáo de barro (en portugués y Brasil), hace sus nidos utilizando barro  y arcilla. Esta ave es  nativa de Sudamérica, y le llaman así porque sus nidos parecen  hornos de barro que los protegen no solo del frío, sino de los depredadores. Una vez que lo abandonan sirve de guarida para otros animales.

El hornero común se ha convertido en el centro de muchas leyendas y canciones pertenecientes al folclore de América del Sur. Los agricultores aprecian al hornero porque limpia los sembrados de insectos. Es el ave nacional de  Argentina  y apareció en la moneda austral de medio centavo acuñada en 1985.

Arturo Baltar Santos es como el hornero rojo que con el barro ejerce una prefecta simbiosis,  involucrándose con la arcilla como dos organismos de diferentes especies (simbiontes) para con sus manos crear y hacer que nazcan tiernas y auténticas obras de arte. 
Arturo Baltar Santos nació en Noalla (San Cibrao das Viñas), desde muy joven vino a vivir a Ourense, donde una inquebrantable vocación y fuerza de voluntad le permitieron que tras vencer  las grandes dificultades de aquellos duros tiempos, poco a poco y peldaño a peldaño, ir superando las barreras, algo que solo consiguen  los predestinados a dejar tras de sí un inmenso baúl de éxitos , como es la obra de Arturo Baltar.

Pero con ser su meritoria faceta artística el epicentro de su popularidad, Arturo Baltar Santos es posiblemente uno de los ourensanos que mejor conocen y más saben de la historia y vida urbana de nuestra ciudad del pasado siglo.

Escritores, músicos, pintores y artistas contemporáneos, ambientes, cafés, calles y plazas familias, sucesos y eventos; nada ha escapado  a la sagaz e inteligente forma de interpretar la vida sociocultural del Ourense al que él tanto ama.

Yo no le conocía. Un día me acerqué a él para agradecerle la colaboración que le había solicitado para el homenaje a Manuel de Dios. Llevaba chaqueta negra de terciopelo y un fular blanco sin corbata. Por su imagen casual me recordó a Frank Sinatra, cuando en "Alta sociedad" conoce a Trazy (Grace Kelly). 

Para mi sorpresa, me dijo que él a mí sí me conocía, que había sido muy amigo de mis padres, con los que había compartido vecindad en la Plaza Mayor, donde yo nací. Sinceramente me emocionó su forma de hablarme de aquellas tertulias del 44 en el rellano de la escalera, con los Bustillo, Manzano, Constante,Elisa... Simpaticé con él, rememoré los típicos sonidos de vendedores y voceros que desde el balcón verde se oían de nuestra querida Plaza Mayor.
Arturo Baltar Santos es de apariencia frágil, pero muy fuerte. Pasaba los veranos en A Barra y de joven venía a pie a Ourense bajando por Tras do Rio. Es aparentemente huidizo y retraído pero en realidad es tierno y un genial e ilustrado tertuliano al que no le gustan las poses ni las falsas apariencias; detecta de inmediato todo aquello que es superfluo, enemigo de los focos y amigo de sus amigos.

En la actualidad vive en una hermosa casa con vistas a un embalse y cerquita de la mía,  una paradoja que naciendo y envejeciendo cerca, apenas nos hayamos conocido.
Arturo Baltar Santos es el ¡semidiós ourensano!, que mediante el barro, sus manos y unas casi celestiales dotes,  ha dado  vida a una obra de la que con él ¡todos nos sentimos orgullosos! 

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