Opinión

Daniel Bouzo López

Los pájaros merlo, paspallás, bubela y cuco suelen ser proclives a interpretar una gran diversidad de sonidos, sobre todo musicales. Los cuatro habitan en nuestros bosques y son una parte muy importante del “entorno sonoro” que día y noche interrumpe el frío y plano silencio que sin estos y otros peculiares sonidos sería como un gélido y árido desierto lunar.

Daniel Bouzo López es como estos cuatro habitantes de nuestra especial “selva”. Lleva casi toda su existencia poniendo sonido en nuestra ciudad y creo que si no existiese tendríamos que inventarlo.

Porque, ¿quién no ha oído hablar de los Bemposta, Clan Cope, Murciélagos, Nueva Democracia y de aquellos pioneros de la música sesentera? ¿Quién alguna vez no bailó en 3A, Cleofás o en la planta 17 de la Torre al ritmo que imponía aquel joven y entusiasta melómano, que algo tendría para que personas importantes en el sector como Esteban Plaza, Aníbal, Miguel de los Santos e incluso en una ocasión Demis Rousos se interesasen por su inteligente y vocacional forma de hacer sentir la música y que como no podía ser de otra manera, acabó canalizando su vocación, primero en la inicial Cope (“Los discos de Daniel”), después en Radio Orense y finalmente en sus reuniones musicales y en la intimidad de sus amigos, algo que a él tanto le gusta?

Pero Daniel Bouzo López no es sólo música. Daniel posiblemente sea una de las personas más populares y con mayor conocimiento de la sociedad ourensana. Es un tipo muy especial y sobre todo muy querido y apreciado por todos sus convecinos. De carácter alegre y servicial, Daniel es el prototipo del hombre-bueno, del hombre tolerante, paciente y sobre todo del individuo generoso y sencillo, que despreciando la prepotencia hoy tan al uso, siempre hace gala de una simpatía que todos los que le conocemos valoramos en su verdadera dimensión.

Tengo la suerte de conocerle de siempre (creo que nuestros abuelos eran parientes lejanos), incluso de muy chico fue peluquero, pero yo siempre le recuerdo (con sana envidia) alrededor de su música y de todos aquellos que la aman. En su etapa de Cleofás en Madrid, se encontró ¡con unos ojazos negros! (María) que le devolvieron a Ourense. Ella canta aún mejor que él, y él, con su temperamento de “elegante bohemia”, algunas veces le acompaña con su guitarra para que los amigos disfrutemos de su alegría y amistad. A mí me recuerdan a Nina y Frederik en aquella preciosa versión de “Sucu Sucu” que tanto contribuyó a enamorar en la romántica década de los sesenta.

A Daniel Bouzo López le gusta toda la música, también la tabernaria (pero no de taberna). Es muy riguroso en los ensayos, y como Anibal Asenjo (otro histórico), no pasan ni una. Pero como los pájaros de mi cuento, Daniel Bouzo es y será siempre la alegría del nuestro bosque musical y seguro que desde el cielo (que es donde están todos los que amaron la música) su amigo, el maestro, el inolvidable Manuel de Dios, con aquel personalista gesto de sus manos, le recordará: En Vilarchao canta o cuco,/ o paspallás na Telleira,/ na Madalena, a bubela,/ i o merlo na Follateira.

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