Opinión

Nora Sola

Con Nora Sola no tengo ninguna duda, en mi selva seria una leona de la falda del Kilimanjaro, esa hermosa hembra africana que además de su  intimidatoria presencia se caracteriza por ser muy protectora e influyente en la manada, celosa de su entorno familiar y extremadamente  tierna con todo lo que legítimamente considera que es su territorio de influencia.

Nora Sola trabajaba en la SER nada más y menos que en compañía de “locos y locas” (argot profesional) como Esteban Plaza, Feijoo, Yoana, Feli, Elvira, Daniel, Pury, etc. La conocí  allá por los ochenta; se presentó en mi peluquería con un vestido estampado rojo, y su aspecto me recordaba a Jacqueline Bisset en "La noche americana", bella, de melena sensual , voz cautivadora y que con una mezcla de agresividad, dulzura y forma de hacer radio prendió muy rápidamente en mí y por supuesto en los radio oyentes ourensanos. Más tarde, ya en la COPE, también con un entusiasta elenco de profesionales (que dejaré para otro día) fue uno de los pilares de mis primeros desfiles, que en Ourense tendrían una importante relevancia benéfico-social y a los cuales asistía la flor y nata de la política, la empresa y por supuesto los ciudadanos de a pie, que éramos los que al fin y al cabo refrendábamos la “popularidad” y el éxito de asistencia.

Recuerdo que casi nunca necesitaba papeles, ni siquiera un guión. Como la leona de Kenia, Nora Sola era una persona muy segura de sí misma, de su capacidad y fuerza creativa; no la intimidaba nada y siempre  nos sacaba de algún apuro a nosotros y algunas veces a su partenaire o copresentador.

En una ocasión, y por encargo de Ramón Blanco (hoy director de Radio Líder y entrañable amigo), decidimos montar en Vanesa un cuadro donde yo quería representar una especial reivindicación antimilitarista y a la libertad de la mujer iraní, con música religiosa. Saldría un gesticulante y fiero Ayatolá (vestido de obispo); delante, dos mujeres muy asustadas, con la cara tapada (vestidas de monjas). Progresivamente las amenazantes palabras del Ayatolá se iban  solapando  por una estridente música discotequera, mientras las monjitas se despojaban de sus hábitos y quedaban en pasarela con unos sugestivos y atrevidos saltos de cama.

Al día siguiente me llamó el gobernador Javier Borrego para felicitarme por el carácter anti-OTAN de la presentación (quién lo diría) y para decirme que monseñor Temiño le había llamado un poco mosca. Ramón Blanco no le dio importancia (era la Cope) y Nora Sola, siempre con su dulce y cálida voz, me dijo: "Non lle fagas caso!".

En nuestra ciudad no nos significamos especialmente en apoyar a  los nuestros, frecuentemente olvidamos y ninguneamos el esfuerzo y la valía de aquellas personas que se han quedado aquí. Nora Sola, como la leona, aunque ha tenido y tiene el éxito que se ha ganado, nunca quiso dejar la “sabana ourensana”, renunciando con ello a ser, por su categoría, una de las más famosas presentadoras del país y, al igual que la leona de mi selva, ha preferido no alejarse de su manada, sus amigos su Ourense… ciudad  que como con todos los que se quedan, le tendrá que guardar siempre especial agradecimiento.

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