Opinión

Tita Rodríguez Viso

La camelia es una planta de origen oriental que llegó a Europa de la mano de los jesuitas. Su nombre proviene del padre Camellus, que vivió en el siglo XVII. Los colores de las flores van del blanco al púrpura, salmón, amarillo, rojo, rosa o bicolor. Las hojas son muy consistentes y esta planta es símbolo de longevidad, fortuna, felicidad... En Galicia se dice que es la flor de las Rías Baixas,  y por su fortaleza y resistencia se pueden ver ejemplares bellísimos y espectaculares en zonas de las riberas gallegas. 

Tita Rodríguez Viso, como la camelia, nació cerca de un gran río, en Castrelo de Miño, "Castrum Minei", allí donde el primer sol del día ilumina al pie de la presa el hermoso ábside de la iglesia de Santa María. De educación austera y muy religiosa, Tita Rodríguez Viso es el prototipo de la mujer gallega de carácter dulce pero de firmes convicciones, entre las que sobresalen el trabajo y la incondicional dedicación a su familia.

Persona muy popular y querida en nuestra ciudad, Tita se hizo cargo hace 34 años del Bar Asturiano, propiedad desde 1942 de su suegro, Gabriel Toyos, y que ella trasformó en uno de los cafés más familiares y acogedores de Ourense. 

Como la camelia, el Asturiano fue adoptando  una imagen de  tradición y autenticidad que además (no sé si inconscientemente) produjo  como suele ocurrir con frecuencia una auténtica simbiosis entre Tita Rodríguez Viso y su peculiar  clientela que, hasta hoy, le sigue demostrando fidelidad, cariño y esa gran amistad que solo los que saben tratar y cuidar de sus clientes pueden disfrutar.

Son numerosos los grupos y peñas de hombres y mujeres (Pilar Alonso, María José de Caja Postal, y Sergas, y más...) las que hacen del Asturiano su centro de reunión y tertulia (la esencia de un aromático y romántico café). Sus preciosas mesas de mármol (a mí me privan las dos redondas del centro) han sido testigo de inolvidables “cantares” e ingeniosas tertulias donde no existe la TV ni los desagradables ruidos de todo tipo de maquinitas depredadoras de la conversación irónica, satírica y casi siempre muy alegre. 

Cuando los dos hijos de Tita Rodríguez Viso, Gabriel e Inés, tenían 13 años, falleció su padre, Gabriel, el “Fabél”, y Tita, como la camelia, con su fortaleza y con la ayuda de sus clientes-amigos tiró para adelante como la mujer que es, valerosa y luchadora

Cándido (Banco Gallego), los doctores Michelena, Antonio Fernández, Pepe Armesto,  Martinón, hermanos Aguirre, Bustabad y otros muchos más fueron los incondicionales y fieles amigos de Tita Rodríguez Viso y de su café Asturiano, al que no solo acudían algunos sábados por la noche para cantar y acompañarla a ella y a su familia, sino que se involucraban en cuidados y atenciones para con sus hijos. Como el doctor Prada, que los llevaba en verano para su finca en la Lonia; o Claudio Calviño, que se hacía acompañar por el pequeño Gabriel en algunas de sus tareas por la provincia. 

A Tita la conocí a través de algunos de mis nietos, y me pareció lo que realmente es, una mujer que va por la vida repartiendo cariño y simpatía e incluso en una ocasión un buen pellizco de lotería, el 36.036, que aportó mucha alegría para los clientes afortunados.

Sé que si Tita Rodríguez Viso volviera a nacer sería maestra. Me recuerda  a Ariane Ascaride en "La profesora de historia", preciosa película francesa donde una profesora ejemplar lleva al éxito a  todos sus alumnos.

Tita Rodríguez Viso es muy religiosa, solidaria, le gusta la gente con personalidad y le molesta la hipocresía; practica la cocina tradicional y no le atrae la de diseño; le encanta la música de Luis Cobos y una gran parte de su tiempo libre lo dedica a catequizar a los niños y a pasear a sus cuatro nietos a los que les dice: "Tenéis que ser niños 10". Está muy orgullosa de su familia y muy satisfecha de la amistad de sus clientes y amigos y, por supuesto, de ¡el Asturiano!

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