Opinión

Catalanes perseguidos

Tienen razón los secesionistas catalanes, cuando hablan de catalanes perseguidos. Hay persecución, y constante, y desigual, porque los perseguidos son una mayoría respecto a los perseguidores. Lo que yo llamo el Sec-Sec (Sectarios Secesionistas) no han conseguido llegar al millón de votantes, en una comunidad que se acerca a los 8 millones de empadronados. Son una minoría, pero que es ayudada por el social-comunismo, el matrimonio formado por el socialismo extremo, y el extremo comunismo, presentado con un buen fondo de armario, exhibido por doña Yolanda Díaz.

Los sectarios secesionistas, que se muestran como mártires de la persecución del Estado español, sufren una persecución que les dota de nóminas abundantes, les proporciona el gobierno autonómico, les permite desobedecer las sentencias del Trinbunal Supremo (por ejemplo la obligatoriedad de impartir el 25% de la enseñanza en castellano) y, no contentos con ello, persiguen a los padres que reclaman ese derecho, fomentan escraches en sus domicilios, les niegan cualquier tipo de subvención a no ser que se conviertan en serviles esclavos del nacionalismo, y amenazan con una Dictadura, a la que llaman República, pero una República donde los jueces serán nombrados por los gobernantes, o sea, una Dictadura de reglamento.

Me producen pena y me solidarizo con esos catalanes (la mayoría) que no son secesionistas y sólo les representan sus perseguidores. Ningún gobierno del PSOE o del PP ha tenido caridad de ellos. Son los grandes olvidados. Pero desde el mozo de esquadra a la más inteligente de las funcionarias, si no exhiben lazos amarillos, y muestran su odio a sus compatriotas españoles, ni ascenderán en su trabajo, ni se verán recompensados por su esfuerzo, ni serán reconocidos sus méritos.

Otra cosa es que actúen de chivatos y se dediquen a elaborar listas discriminatorias, incluso lleguen a esa repugnante y putrefacta tarea que consiste en denunciar a menores de edad que no hablen catalán en el recreo de las escuelas públicas. En efecto, hay catalanes que sufren la extorsión, el chantaje y la persecución. Son mayoría. Y los secesionistas que les han privado de voz los han convertido en los patitos feos de una comunidad cada día más cerca del precipicio.

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