Opinión

Francisco José: Obispo

Cinema Paradiso” es una de las películas que más emocionan a Francisco José. El filme del italiano Giuseppe Tornatore relata la historia del pequeño Totó y el viejo operador Alfredo. El día a día de Afredo, un sabio nutrido de las peripecias y los diálogos de los personajes que proyecta una y otra vez, transcurre en una vieja cabina. Cuan do explosiona la máquina quedará ciego; Totó adolescente tomará su relevo en el Paradiso, pero Alfredo lo conminará a que abandone el pueblo y se vaya a Roma porque “la vida no es como la has visto en el cine. La vida es más difícil”.

Francisco José ha sido invitado por la Iglesia a abandonar la “cabina” de la tierra que le vió nacer y en la que ha sembrado sueños, proyectos y vida. No abandonará nunca este “Cinema Paradiso” ourensano; en su alma estará el sello de personas, ilusiones, desafíos que han ido construyendo la trama de la película de su vida hasta ahora. A partir de aquí comienza un nuevo capítulo o una nueva escena en un escenario, el compostelano que irá filamando con esfuerzo, coraje y fe en la Misión a él encomendada.

Cuando en la pantalla irrumpen las primeras imágenes de Cinema Paradiso y con ellas la icónica música de Ennio Morricone o el espléndido tema de amor de su hijo Andrea asumimos lo que sentenció Ettore Scola: “El cine es un espejo pintado, espejo que nos permite soñar desde nuestra butaca”. No sólo el cine, la vida es un “espejo” y la vida de un servidor de la Iglesia como Francisco José es un espejo en el que se refleja la finura intelectual y de pensamiento, la apuesta por el Reino en esta tierra y con esta gente. Un “espejo” en el que se refleja Aquel que ha enseñado con su brillante oratoria en clases, cursos, charlas, espacios de reflexión, pero, sobre todo, en las celebraciones de fe y vida con las comunidades que ha acompañado y a las que ha servido.

Ese espejo de la vida de Francisco José se refleja en la pasión por el estudio y el conocimiento de los primeros tiempos del cristianismo, su apasionado y constante estudio por la Palabra Eterna de los escritos bíblicos y la espiritualidad que él ha conocido y celebrado con las hijas de Clara y Francisco de Asís en Vilar de Astrés.

Un espejo que habla de sus sueños y trabajos en la gran familia de los Equipos de Nuestra Señora y en la Vicaría de Nueva Evangelización donde llegó lleno de entusiasmo y vitalidad. Se empapó de todo y de todos en la vida diocesana, mientras su tiempo lo multiplicaba con mil tareas en la misión que forjaba las bisagras de su universo. No sabe de contradicciones, sino de oportunidades múltiples. A partir de ahora, nuevos actores y actrices para las múltiples obras que rodará en los escenarios de Compostela haciendo posible el gran Gospel del Evangelio en esta tierra.

Y como se cantaba en el musical “El hombre de la Mancha”: “Con fe, imposible soñar. Soñar lo imposible soñar… Morir por un noble ideal”.

Ese ideal que en la vida y en el servicio de Francisco José como obispo se forjará siendo alivio para esta tierra herida, refugio hecho de abrazos perdidos, palabras que susurran perdón y esperanza; proyectos de libertad en justicia peleada, en fe vivida. Portador de consuelo, en profeta de un evangelio sin vacíos.

¡Luces... cámara… acción! ¡Buen rodaje, señor obispo!

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