Opinión

LA CARICATURA DE UN VICEDIÓS

La comparecencia de los directivos de las Cajas gallegas ante la comisión de investigación abierta por el Parlamento para conocer las circunstancias que han derivado en la situación actua,l constituyó un bochorno y una tomadura de pelo a la sociedad, que será ?de momento- única y obligada responsable de los cuantiosos costes del desvarío en la gestión.


Escuchar a Julio Fernández Gayoso en sede parlamentaria hablar de banalidades comparadas con la gravedad de lo ocurrido, eleva varios grados el punto de indignación colectiva representada en las protestas constantes de los afectados por las preferentes. Ni siquiera aquí el que fuera factótum en Caixavigo, luego Caixanova y, por último, Novacaixagalicia, a lo largo de cuatro décadas, hizo la más mínima concesión a la autocrítica, pese a ser consciente de que ese producto cuya comercialización él firmó 'de buena fe', dejó en la ruina a miles de familias, gran parte de las cuales ni siquiera supieron que habían invertido en un negocio ruinoso hasta que lo habían perdido todo.


Gayoso hizo y deshizo a su antojo al frente de la Caja durante décadas y no puede ahora desentenderse de toda responsabilidad, como si él pasase simplemente por el lugar, cuando en ese tiempo hizo ostentación de su capacidad de decisión y poder en la gestión cotidiana de la entidad y en el propio consejo, al que ocultó la cuantía de su escandalosa jubilación, mientras la Caja se despeñaba hacia la ruina. No se movía un papel sin su conocimiento ni siquiera en la etapa en que ocupó el puesto de presidente, pese a carecer, en teoría, de capacidad ejecutiva.


Quien ejerció el poder de forma omnímoda y presumió de hacerlo, quien decapitó a todo ejecutivo que descollase y pudiese hacerle sombra, quien burló la legislación cambiando los estatutos para mantenerse al frente de la Caja de por vida, quien se concedió una pensión vitalicia secreta de 689.000 euros anuales (114 millones de las antiguas pesetas), quien hizo eso y más sin asumir ni una sola de sus responsabilidades, perdió ayer la oportunidad ?tal vez la última- de intentar lavar su imagen contando, por una vez, la verdad. A estas alturas dilapidó el respeto incluso de quienes un día le hacían la reverencia . Triste sino, ser caricatura de su yo, para quien se creyó vicediós o dios mismo.

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