No tiene un ápice de credibilidad, por mucho que alguien lo diga en el Parlamento, anunciar que la CRTVG culmina un ejercicio económico con superávit. Es un mensaje disparatado, viciado por un planteamiento tramposo, en tanto que la Xunta aporta casi el 85% del presupuesto de la televisión y la radio pública gallegas; traducido a dinero, 100 millones de euros, lo cual significa que si no hay déficit es precisamente porque las arcas de la Administración autonómica tapan todos los agujeros.
A estas alturas resulta del todo inadmisible un gasto de tal magnitud, como inadmisible es que un medio que recibe tan ingente cantidad de dinero opere en el mismo mercado que los medios privados, en un claro ejercicio de competencia desleal. Nada de eso importa lo más mínimo al presidente de la Xunta, que se afana en meter la tijera a servicios fundamentales para los ciudadanos, mientras mantiene un monstruo, en el que se pagan salarios superiores al del propio Núñez Feijóo, amén de otros gastos suntuarios de todo tipo. Y todo ello se produce en un contexto en el que los gestores de turno, el presidente Feijóo el primero, ponen continuamente en solfa el futuro del actual modelo de la sanidad y la educación públicas.
Cabe preguntarse cuándo dejará la oposición los debates menores dedicados a discutir sobre galgos y podencos para entrar en el verdadero fondo del asunto, que es el cuestionamiento de la propia CRTVG y sus objetivos, que permitan acabar con las mentiras históricas sobre la utilidad de un monstruo de estas características que, eso sí, sirve con mansedumbre a los intereses políticos del gobierno, despilfarrando en esa misión el dinero de todos.
Entretanto, éste es el modelo de medio de comunicación público que defiende Núñez Feijóo. Ahora más que nunca, el presidente gallego precisa mantener tan oneroso medio a sus órdenes para forjarse todos los días desde la pantalla pública una imagen de campeón de la austeridad y de la gestión responsable, tan irreal como la propia misión que dice atender la televisión gallega.
