Opinión

LAS DEUDAS DE LA XUNTA

A pesar de los precedentes reiterados y testarudos, sería una absoluta irresponsabilidad dejar de exigir al presidente de la Xunta que diga la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Si habla de pagos e impagos de su administración, que deje de negar la evidencia de las deudas a numerosos proveedores y diga cuánto debe. Si fuese cierto, como repite Feijóo incansablemente, que paga religiosamente, ¿a qué viene el anuncio público del jueves de que ha hecho un esfuerzo extraordinario en agosto para satisfacer facturas atrasadas? ¿En qué quedamos? ¿Debe o no debe dinero la Xunta dinero a sus proveedores?


Más importante que lo que ha abonado, es lo que ha dejado de pagar, porque de ello depende la supervivencia de miles de empresas, asfixiadas por su afán de venderse como el campeón de la austeridad. Que no nos cuente lo que ha pagado, que rinda cuentas por lo que debe. ¿Qué sentido tiene anunciar a bombo y platillo en un Consello de gobierno que ha pagado, cuando no es más que su obligación y al hacerlo reconoce además implícitamente que lo ha hecho con retraso? Cabe preguntarse y preguntarle también si el cumplimiento moroso de los compromisos económicos es motivo para la complacencia y el autobombo en una comparecencia pública. No, no lo es. Al contrario, muestra a las claras que la propaganda va por un sitio y la realidad por otro. Sobre todo cuando, ¡oh casualidad!, ese inusitado afán pagador viene a coincidir exactamente con la convocatoria de comicios autonómicos que ponen la campaña electoral a la puerta.


La sola tentación de presumir de solvente en medio del desastroso panorama generado en tres años de gestión es la sublimación de la gran mentira con la que intenta ocultar la dramática situación en que ha dejado a numerosas empresas y familias. El empresariado sin financiación y asediado por la parálisis y la morosidad de la Xunta, el paro desbocado, familias incapaces de hacer frente a sus hipotecas, los servicios sociales, la sanidad y la educación públicas menguadas por los tijeretazos... ¿Son motivos para presumir de algo?

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