Opinión

DISCRIMINACIÓN HISTÓRICA

Si los habitantes del área nororiental de la provincia fuesen de natural belicosos, a estas alturas habrían iniciado la revolución contra los poderes públicos por el castigo inversor inveterado a esta amplia comarca. El maltrato oficial es endémico, aunque sea la Xunta la que muestra mayor desinterés en aportar soluciones -proyectos y dinero- para paliar la dificilísima situación derivada de la discriminación a lo largo del tiempo. Lo hizo con Manzaneda, donde sólo la presión social hizo que buscase una solución, aunque fuese a base de endilgar las responsabilidades propias a un grupo privado, abdicando de su obligación. Pero también Trives, Viana o Valdeorras cuentan con un censo suficiente de agravios para la queja amarga que se reproduce un día sí y otro también.


El vaso de la paciencia está al límite; cómo será que el mismísimo presidente del PP de Petín entregó un documento a Alberto Núñez Feijóo en el que hacía costar el abandono que sufre esta tierra. Manuel de la Fuente traslada alto y claro a su máximo líder que 'la comarca nunca tuvo el reconocimiento que se merece'. Pero no se queda ahí, sino que resalta el hecho de que los fondos europeos concedidos a Galicia para paliar la difícil situación de las zonas más deprimidas de Lugo y Ourense, fueron a parar a la costa, en A Coruña y Pontevedra.


En el mismo sentido se expresa el alcalde de O Barco, rival político de De la Fuente, al sostener que 'Valdeorras nunca está presente en los grandes proyectos de las administraciones para Galicia'. Valga como botón de muestra que el denominado acceso centro, ahora A-76, fue declarado prioritario en el año 1988. Veinte años más tarde (2008), la conselleira de Política Territorial anunció un enlace directo entre Trives y la N-120, con seis kilómetros de largo, que evitarían los 26 actuales por la N-536, cuyo trazado data de 1874. A estas alturas todavía no han comenzado las obras. Al mismo tiempo, los empresarios alertan del elevado precio del suelo industrial en los municipios del oriente ourensano, que les incapacita para competir con los de la zona del Bierzo, beneficiadas con el plan de zonas mineras.


Y así una larga retahíla de agravios y desprecios que los gobernantes tratan de esconder bajo promesas de planes Impulsa o promesas de discriminación positiva y reequilibrio territorial. Mentira, pura mentira, que engorda la gran factura que paga una zona que -paradojas de la vida- es de las que realiza una mayor aportación al PIB provincial gracias a la producción de pizarra.

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