Opinión

EL FALSO AHORRO DE FEIJÓO

Los gobernantes están empeñados en que antes de que haga casa la hebilla del cinturón adelantemos un agujero, semana sí, semana también. Su propósito de que cobremos menos y paguemos más puede llevar al país a la cintura de avispa, punto en el que parece que los ideólogos del poder tienen fijado el inicio de la recuperación. Lo malo es que para entonces, llevado el adelgazamiento al tope, partidos en dos mitades, a los ciudadanos les importará un pimiento lo que pueda suceder. Quien lo ha perdido todo no espera nada.


Hacer frente a la durísima situación exige ejercicios de austeridad, pero no a cualquier coste y, además, existen fórmulas menos lesivas que las puestas en marcha y las que no lo están, pero han sido anunciadas. Hay 200.000 millones en dinero negro, que al Estado parecen no preocuparle, pues neutraliza la falta de ingresos al Estado que ese gran fraude provoca, subiendo el IVA a todos, de forma que daña más a los que menos tienen. Rehuyen, sin embargo, otras medidas mucho más acordes con el sentido común, como las destinadas a limar los hirientes privilegios de diputados, senadores y canonjías análogas, con las que lograrían un considerable ahorro de fondos públicos.


En lo tocante a Galicia, a la que Feijóo situó como pionera en el arte de apretar el cinturón, la última ocurrencia ahorradora del presidente de la Xunta pasa por reducir 14 diputados en el Parlamento gallego, con el argumento de que cercenando representación popular -que casualmente beneficia a los intereses de su partido- se podrán crear y mantener unas cuantas guarderías, cuando eliminando la mitad de los asesores nombrados a dedo desde San Caetano, financiaríamos esas misma instalaciones para la infancia y, al tiempo, la atención a un montón de ancianos y dependientes, aliviando el drama propio de quienes sufren el desvalimiento en soledad y el de muchas familias, impotentes para hacer frente a lo que tienen encima. Demagogia por demagogia, no hay color.


La medida sería tanto más lógica cuanto que los propios gobernantes llevan incorporado a su discurso la necesidad de adelgazar la administración. Luego, si sobran funcionarios, ¿para qué querremos tantos asesores, si no es por razones ajenas a la gobernabilidad de esta tierra? Déjese, pues, de andar por las ramas y de tratar de inventar la pólvora a estas alturas a base de nuevas afrentas, y póngase en el lugar que la obligación de gobernar sin socavar la dignidad que el pueblo gallego exige.


Te puede interesar