Opinión

DE MANZANEDA, NADA DE NADA

Manzaneda y Ourense continúan aguardando el gesto de Alberto Núñez Feijóo con la estación de montaña, tantas veces incumplido. Lo ocurrido en el último año no avala al presidente de la Xunta; antes bien, concello, municipios vecinos, empresarios y ciudadanos tienen la convicción de haber sido engañados y abandonados a su suerte al negárseles el impulso para una iniciativa emblemática, actitud que lleva implícito el desprecio a la función social y deportiva de primer orden que representa para Galicia y norte de Portugal, amén de algunas zonas castellanoleonesas. La decepción general define la relación de Feijóo y su equipo con la estación de montaña. Alcaldes y empresarios aguardan una entrevista con él, al igual que los sindicatos, a quienes anunció una cita luego reducida a un encuentro con la secretaria xeral de Turismo. Y esta estrategia política de engaño permanente está alentada por los intereses antiourensanos de un editor coruñés, obsesionado con vendetas personales y resentido con una provincia que no le compra lo que él vende por más que lleve años regalándolo.


Fue precisamente Carmen Pardo quien anunció sucesivamente una ampliación de capital, la entrada de un operador privado, un plan para reflotar el complejo que requeriría una inyección de siete millones de euros y quien insistió en que la Xunta está volcada en la búsqueda de soluciones; la misma que en una entrevista reciente cantó las excelencias turísticas de Galicia sin mencionar para nada a Manzaneda, un referente desde hace cuatro décadas, levantado gracias a la iniciativa privada y que ahora Feijóo quiere apuntillar a base del desentendimiento de su futuro, hurtando el debate en el Parlamento, eludiendo la adopción de medidas y dilatando sine die cualquier plan o aportación -muy modesta comparada con otras- que devuelva la competitividad a esta infraestructura. El martes, sin ir más lejos, Carmen Pardo, a instancias de la oposición, se presentó en el Parlamento con las manos vacías. Nada tiene que ofrecer. Nada significa Manzaneda para su Secretaría Xeral, que la ningunea constantemente de sus programas turísticos. Sólo la ignorancia puede justificar esta actitud con un complejo que se ha convertido en imprescindible para la viabilidad social y económica de una comarca, y que está en el umbral de la rentabilidad empresarial a falta de una modesta inversión para adaptarla a las nuevas demandas del sector.


Es su responsabilidad y les pasará factura. Ignora que la comprensión popular excluye la mentira y el engaño. Manzaneda y Ourense están peor que hace tres años, cuando se les prometió el fin de la discriminación histórica en la Galicia interior. La perspectiva evidencia que el balance se reduce a una gran mentira.

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