Opinión

RADIO PARA TODOS

La radio pública tiene como mandamientos de obligado cumplimiento las funciones de informar, formar y entretener, aunque en el caso de algunos programas de Radio Nacional hace tiempo que han abdicado de esos compromisos para envolverse en una densa niebla de autobombo y complacencia que sumen al oyente neutro en una incredulidad rayana en la estupefacción al ver como se banaliza la alta misión encomendada, hasta hacer insoportable la permanencia en el dial.


Alguien debería decirles que nada justifica esa feria de vanidades, y menos en una emisora que pone al servicio de sus profesionales una mastodóntica infraestructura técnica y humana, generosamente financiada con el dinero de todos los españoles. Habría que ver qué radio serían capaces de hacer si tuviesen que trabajar con presupuestos ajustados en los que tan sólo el talento marca la diferencia. No resulta difícil aventurarlo, cuando se comprueba cómo los conductores de algunos programas se dedican a hacer opinión y tomar partido en asuntos de actualidad de clara naturaleza política, señalando lo que está bien o mal, según su particular y personalísimo criterio.


No es tarea de los presentadores de esta emisora editorializar en favor o en contra de una opción concreta, porque los oyentes tienen el derecho inalienable a que la radio pública respete sus convicciones de forma escrupulosa, a no ser que se cambie el estatus de la empresa y prescinda de las aportaciones económicas del Estado. Mientras tanto, quien quiera hacer programación ideologizada, que se apunte a la radio privada ajustada a sus preferencias, que seguro la hay en el amplio abanico ofertado a lo largo del dial. Y quien quiera politización, que canalice sus veleidades a través del heterogéneo escenario político.

Te puede interesar