Opinión

Santiago Rey, la afonía de un editor

El editor de ‘La Voz de Galicia’, Santiago Rey, ha mostrado con reiteración en todos los tiempos una creciente preocupación obsesiva por la legítima competencia que tanto la prensa gratuita como la que no lo es le hace a su periódico, con lo que pone de relieve su cándida trayectoria por el mundo editorial, algo nada nuevo para quienes conocen al empresario coruñés, cada vez con menos voz.


Santiago Rey, que asegura creer en el periodismo independiente, afirmaba en un autolaudatorio acto celebrado en Madrid que las circunstancias políticas de España en general y de Galicia en particular le habían obligado a exponer personalmente ‘el grado de postración en que los poderes públicos van a dejar nuestra tierra si los gallegos no se hacen oír’. Y para que los gallegos se hagan oír, claro está, nada mejor que levantar ‘la voz’.


Pero es que es más: el portavoz de esta nacionalista cruzada que hablaba no hace tanto de que quienes le felicitaban por el rigor y la transparencia con la que su periódico informaba sobre el desastre del Prestige, ‘pese a las descalificaciones que entonces sufría por parte de los gobiernos de Galicia y de España, ahora, cuando han asumido la tarea de gobernar, han dejado de aplaudir nuestra insistencia y se sienten molestos con nuestra línea editorial’. Por de pronto, que el árbol se mueva, que ya vendrán las nueces. Hay que levantar la voz para que se escuche La Voz.


Para Santiago Rey, ‘el mayor enemigo de los medios de comunicación es siempre el Gobierno de turno’. Pues no parece que sea éste precisamente su caso, ya que no sólo consiguió de ese gran ‘enemigo’ generosas concesiones de emisoras de radio destinadas, según él, a sacar a Galicia del ostracismo con la creación de una cadena de radio regional y nacional, sino que obtuvo generosos beneficios merced a la especulación mercantil sobre tan graciosas concesiones administrativas. Del mismo modo, a dedo, obtuvo de la anterior Xunta de Galicia, a la que despreció en todo momento, una cadena de televisión autonómica. Y hablamos sólo de ejemplos en ese largo y estrecho maridaje que el editor de La Voz de Galicia ha mantenido, mantiene y seguirá manteniendo con ‘el Gobierno de turno’. ¿Podría explicar, ya de paso, cómo financió la espectacular reconversión tecnológica de su periódico? ¿Y de dónde salió el famoso ‘museo’ de la Voz? No. La cosa es poner de relieve la postración en que los poderes públicos van a dejar a Galicia si los gallegos no levantan La Voz. Y ahí está precisamente la cuestión.

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