Opinión

LAS LEYES DE LA EVOLUCIÓN HUMANA

La sociología moderna está probando que en las sociedades que todavía se concentran en un estado primitivo de desarrollo, la persona, en su vida diaria, más subordinado está al grupo. No son los intereses del individuo propiamente dicho, sino los del grupo, los que primeramente han dominado las fuerzas de revolución de civilización humana.


Para algunos autores, la ciencia económica no solamente se pone en estrecha relación con las ramas hermanas de la sociología, en su rebusca sobre las riquezas y el bienestar de los pueblos, sino que se eleva por encima de estas escuelas que creen poder deducir de las impulsiones y de intereses individuales las leyes de la evolución humana y las relaciones sociales de producción y distribución.


Cornelissen, así como otros economistas de avanzada social, indica que para la sociedad es esencial saber con la ayuda de cuáles especies de riquezas encuentran las personas la satisfacción de sus necesidades y de sus deseos; es interesante también saber si es una parte relativamente grande o mínima del trabajo social que se ha gastado en la satisfacción de las primeras necesidades de la vida material de las personas.


Como es una cuestión de bienestar o malestar general el que todos los miembros de la sociedad estén bien o mal nutridos, vestidos, colocados e instruidos, la comunidad, es decir, la sociedad, cuando el trabajo social que podría procurar a la totalidad de sus miembros un bienestar modesto, física e intelectualmente, es consumida, en gran parte, por construcciones faraónicas, o a la producción de artículos de gran lujo de las que goza, quiérase o no, una débil minoría de gentes ricas, mientras que una gran parte de la población no puede hacer frente a las imprescindibles necesidades de la vida.


Así que sientan tres premisas, partiendo, para el valor social de las riquezas, de este principio fundamental que es el bienestar del mayor número de seres que decide el 'cuánto' del valor.


a) La intensidad del placer o de la ventaja que las riquezas pueden procurar a los consumidores.


b) La duración del goce o de la ventaja que las riquezas pueden procurar a sus consumidores.


La madera, por ejemplo, que se sigue utilizando para traviesas de vía férrea, ha ganado mucho en valor de uso social desde la invención y aplicación de la creosota, que la preserva del efecto destructor del aire atmosférico.


c) El número de personas con necesidades y deseos a las que provee una riqueza. Especialmente los artículos de primera necesidad: trigo, madera, carbón, lana, algodón, etc.


En la actualidad, la sociedad capitalista no puede basarse en otra cosa que en el método empírico y en tanteos de productores particulares, lo cual, unido a su deseo de ganar, lleva a la sobreproducción y a las grandes crisis. A lo sumo vienen a regular en parte los mercados las decisiones brutales y despóticas de los grandes monopolios. Por otra parte, las sociedades modernas que han visto desaparecer los diezmos y los derechos feudales, servidumbres reales o señoriales de la Edad Media, que han abolido el derecho de propiedad privada sobre los puentes y sobre las carreteras, han entregado a algunos particulares las fuentes de donde la personas obtienen sus primeros medios de existencia.


Y, para concluir, manifestar que las revoluciones, a la vez que transforman regímenes enteros, cambian al mismo tiempo las relaciones entre los hombres y mujeres. En su fuero interno devienen otros. No hay, por tanto, ninguna razón de desesperar de la humanidad el día que marche a grandes pasos hacia su emancipación definitiva.

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