Opinión

¿VOLVERÁ LA FIEBREDEL WÓLFRAM?

Por las noticias que nos llegan sobre el particular, se han constituido algunas empresas para reabrir minas abandonadas de wólfram, por lo que viene un nuevo subido febril pasando a denominarse 'minerales alternativos'. Ello nos recuerda los primeros años de la II Guerra Mundial que, en Galicia, y muy especialmente en la provincia de Ourense, se explotaron infinidad de minas de dicho material, que compraba en exclusiva el gobierno alemán, hasta 1943 en que ya compraban también los aliados. Un puesto permanente de la Guardia Civil con diez efectivos a la entrada de la mina de wólfram alertaba, quiérase o no, de que aquello iba en serio. Reforzaban la seguridad privada que la empresa propietaria había dispuesto ante los constantes hurtos que fomentaba el nuevo mercado negro.


Varios lugares de Galicia se habían convertido, de la noche a la mañana, en enclaves de 'interés militar' en plenos años cuarenta, y de paso, en centro de gravedad de la extracción de wolframio y estaño en nuestro país. Había otro detalle importante. La mina, por aquel tiempo, que no había caído en manos del capital alemán fue la de Industrias Gallegas. Era una mina muy importante. Guardaba en sus entrañas la mayor reserva de un tesoro pretendido, por todos los medios, por el régimen nazi. En cambio, las demás minas como las de Verín, Oimbra, Laza, Baltar? sí estaban al servicio del gobierno nazi. Para muchos avispados resultaba fácil hacerse con el reconocimiento oficial de determinadas participaciones en minas de wolframio, solicitándolo en las oficinas del Gobierno Givil. Conseguían unas 'guías' que luego vendían a los precios que iban en el mercado a los agentes de las potencias de la II Guerra Mundial.


Entonces muchos funcionarios públicos, incluso de la carrera judicial, pidieron la excedencia para dedicarse en exclusiva a la compraventa del wólfram. Todavía resisten restos y huellas de los que fueron unos años atípicos, en plena II Guerra Mundial, a la búsqueda del imprescindible wólfram para la fabricación de armamento. Las condiciones de los trabajadores, en aquellos tiempos, empleados en la minería del wólfram eran más bien miserables, penosas e insalubres. La mayoría de los mineros fallecieron o incluso padecieron de silicosis el resto de sus días.


El wolframio en estado bruto, tal como se suele presentar en la naturaleza, contiene altos niveles de arsénico, nocivos para la salud, que es bioacumulativo en el transcurso del tiempo. Entonces esos mineros no eran obligados a adoptar ninguna medida ni prevención ante ese peligro, y muchos de ellos acabaron su vida con un conjunto de problemas derivados de su exposición al arsénico y otros acompañantes venenosos del mineral.


Galicia llegó a concentrar durante la Segunda Guerra Mundial el setenta por cien de la producción española de wólfram. Hoy, precisamente, se da el caso de que China es el primer productor de wólfram. Sigue emergiendo en todos los aspectos. Pero eso ya es otro tema.

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