Opinión

El abuelo taxista

El nuevo Rey de Rey de España se saltó todas las barreras sociales tradicionales en la realeza para casarse hace diez años con una periodista hija de una enfermera, hija a su vez de un taxista que tiene ahora 86 años, y que asistió a la Proclamación real.

Cuando nace la nobleza, con jefes locales o nobles del ya caído imperio romano, su poder es absoluto, junto con el de la Iglesia; sólo comienza a decaer entre los siglos XVII y finales del XVIII.

En España permanece, aunque la endogamia va formando grandes casas que acaparan la mayoría de los títulos, como los Alba o Medina Sidonia.

La Casa Real renueva su sangre con títulos nobiliarios similares, aunque naciera algún vástago dudosamente aristocrático de ciertos amores secretos.

Pero había que ser valiente para que un futuro rey se casara sin remordimientos con la nieta de un taxista, cuando, al contrario, la naciente estrella republicana y revolucionaria, Pablo Iglesias Turrión, desprecia a las clases sociales inferiores a la suya.

“Los del lumpen querían robar, no eran de nuestra clase social”, dijo orgulloso de haberle pegado a los de “clase inferior”, a los maltrató como los nobles medievales al populacho.

Por eso debe agradecerse el ejemplo de Felipe de Borbón, que ha roto con el clasismo histórico, con los tabúes que sí mantienen tantos republicanos despóticos como este, que prometen liberarnos de la monarquía guillotinándola y actuando como monarcas medievales, chulos y matones.

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