Opinión

Alá entre Atocha y Bataclán

Entre Atocha y Bataclan en nombre de Alá. Pueden enlazarse los 191 muertos en los atentados el 11M de 2004 en los trenes de Madrid, conocidos como los de la estación de Atocha, y los casi 130 muertos de París de este viernes, que recordaremos como los de la discoteca Bataclan, donde se produjo la mayor carnicería. Pero hay más paralelismos. Hoy. En el mismo barrio madrileño de Atocha hay una discoteca para menores de edad donde los porteros impiden la entrada a los jóvenes que ellos califican de conflictivos.

El Bataclan, la sala de fiestas parisina que desde hace más de un siglo atrae a figuras del entretenimiento, también impide la entrada de quienes no cumplen el código de aspecto, que no es racismo, y conducta, que “los puertas” juzgan adecuado. Cerca de la discoteca para adolescentes de Atocha se apuestan cada día que se abre unos cincuenta jóvenes a los que les impiden entrar. Frustrados, esperan la salida de quienes lo lograron para pegarles con gran brutalidad. Como el espacio es amplio, la policía no puede impedir muchos de esos ataques. Casi todos los no admitidos son españoles. Hijos de inmigrantes musul- manes norteafricanos, según confiesan confidencialmente numerosos policías madrileños, aunque el ayuntamiento les prohíbe revelarlo.

La “segunda generación musulmana” de la que hablan especialistas como Fernando Reinares, del Real Instituto Elcano, catedrático en la Universidad Rey Juan Carlos y ahora profesor visitante en la American University, en Washington. No parece que los yihadistas de París eligieran entre miles de posibles objetivos Bataclan por ser un local pecaminoso, sino porque, antes de fanatizarse, podrían haber sido reiteradamente rechazados a sus puertas.

Frustración y un dios vengativo explicarían Bataclan y lo que debe observarse en Atocha. 

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