Opinión

Destape de apellidos vascos

Una película que convierte la xenofobia nacionalista en el País Vasco en una comedia de tópicos sobre recias chicas locales y atolondrados enamorados andaluces, ha atraído en poco más de un mes a 6,5 millones de espectadores, uno de cada cuatro españoles entre los 16 y los 65 años.

“Ocho apellidos vascos” es el mayor éxito histórico del cine español, producto de los creadores de “Vaya semanita”, programa de la televisión vasca que se reía suave y semanalmente de los estereotipos locales, incluso de los abertzales cuando ETA aún actuaba.

Va de un ligón sevillano enamorado de una agresiva guipuzcoana a la que acude a buscar a su pueblo. Allí debe hacerse pasar por vasco de ocho apellidos ante su posible suegro, y por abertzale entre los proetarras.

Ahora se anuncia una segunda parte de esta película con tópicos sobre vascas y andaluces. Al menos seguirá con los guionistas de “Vaya Semanita”, lo que promete situaciones graciosas y no demasiado humillantes para las víctimas del terrorismo.

El cine en España va por rachas, como la del destape y la guerra civil. Decenas de películas de actrices famosas desnudas, y de rojos buenos y azules malos, eso sí, siempre practicando sexo.

En esa línea le saldrán mil imitadores, como cuando en el tardofranquismo apareció una actriz desnuda, y luego todas ellas se destapaban “porque lo pide el guion”.

Ya se anuncian próximas películas con catalanes, gallegos o extremeños tratando de imitar historias como la de “Ocho apellidos vascos”, un juguete gracioso, eficaz y original, aunque no de humor depurado.

Es de temer que serán zafios copiones del original, cargados de los chistes y las situaciones ridículas que terminarán, como siempre, con deplorables chistes de mariquitas, como hacían Zori, Santos y Codeso.

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