Opinión

A donde fueres...

La monogamia y la poligamia no tienen el mismo coste social. La monogamia sostiene a un núcleo familiar pequeño, mientras que la poligamia multiplica los dependientes por el número de esposas e hijos de cada una que tenga el varón.

Las familias polígamas que no dispongan de elevados ingresos, como sucede con muchos miles de mujeres musulmanas y sus hijos en países como el Reino Unido, viven de los impuestos abonados obligatoriamente por contribuyentes de familias monógamas.

Este es uno de los orígenes de la aparición de partidos xenófobos, reacción contra los grupos que no adoptan la cultura creada tras siglos depurándose para mejorar, y que lleva a que quienes sostienen la sociedad se sientan explotados por quienes viven de ella, según afirman, “parasitariamente”.

Situación que facilita asimismo el nacimiento de algo diferente, la islamofobia, que es el rechazo de una doctrina que aprueba la poligamia y otros hábitos de los creyentes, inaceptables para la cultura europea, lógicamente etnocentrista en casos así.

La poligamia musulmana que crece en casi toda la Europa central y nórdica, y que en España es aún poco conocida, es un ejemplo de formas de vida basadas en el machismo que, conforme crecen con el salafismo entre los inmigrantes musulmanes, provocan también el rechazo de una progresiva masa de electores europeos.

Es la tesis que defiende Najat Vallaud-Belkacem, la ministra francesa de Educación, nacida en Marruecos en una familia musulmana hace 37 años, y que es defensora de la integración de los inmigrantes para que no aparezcan la xenofobia ni la islamofobia.

“A donde fueres haz lo que vieres”, dice un sabio refrán español al que deben adaptarse los inmigrantes, porque de otra manera se agudizará el choque de civilizaciones que anunciaba Samuel Huntington en 1993.

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