Opinión

El secreto de España

Posiblemente el intelectual más riguroso e imaginativo de la España que empieza con la Constitución de 1812 y sigue hasta finales del siglo XX, haya sido el tinerfeño Juan Marichal, fallecido en 2010 a los 88 años, catedrático en Harvard que pasó gran parte de su vida en el exilio, y cuya idea básica era que aquí el pueblo siempre lucha por la libertad, a la que se oponen la Iglesia católica y los nacionalismos.

Republicano cercano al socialismo, estudioso de su paisano canario Juan  Negrín, detestaba que en las democracias, española o estadounidense, se jurara la Constitución ante un crucifijo o una biblia y a la vez alertaba del peligro de la influencia de los nacionalismos.

Así que ante la promesa laica a la Constitución y al Rey de Pedro Sánchez sin crucifijo ni biblia se sentiría satisfecho, pero no así ante el conglomerado de 22 partidos que lo encumbraron, entre los que destacan los separatistas catalanes y sus familiares vascos, uno de los cuales homenajea haciéndole fiestas a los asesinos etarras.

Mientras Sánchez prometía de acuerdo con la aconfesionalidad del Estado, en Barcelona el nuevo presidente de la Generalidad juraba religiosamente separarse de España e imponer una república en el territorio que comienza a gobernar con pompa clerical y aplausos de la Iglesia católica catalana.

Legalmente, Joaquim Torra debería haber jurado o prometido respetar la Constitución y al Rey, pero no lo hizo y de momento ni Pedro Sánchez ni ningún gobernante han impugnado esta toma de posesión, que como habría dicho Marichalar debería ser nula.

En su colección de ensayos “El secreto de España” decía que desde 1812 el país ha pasado por graves situaciones que siempre superó, aunque a veces de manera muy dolorosa.

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