Opinión

Germanwings: afrenta al catalán

La reacción del nacionalismo catalán ante los 150 muertos provocados la semana pasada por el copiloto loco de Germanwings al lanzar su avión sobre los Alpes muestra a qué extremos de iniquidad y desagradecimiento pueden llegar quienes poseen tal ideología como motor principal de todo pensamiento y sentimiento.

Las voces más celosas del separatismo mostraron realmente poco interés en la tragedia más allá de que Artur Mas se presentara cerca de donde ocurrió para tratar de colocarse a codazos, sin éxito, junto a Angela Merkel, François Holande y Mariano Rajoy.

Los independentistas, con el apoyo de la Generalidad, que promete enmendar la afrenta poniendo un nuevo monolito, protestaron contra el alcalde de Seyne-les-Alpes, ayuntamiento donde se estrelló el avión, porque el que él colocó en homenaje a los fallecidos no está en catalán, y sí en francés, alemán, español e inglés.

Francis Hermitte, alcalde de 1.419 habitantes, quiso recordarlos en el idioma del territorio y los principales de la mayoría de los viajeros, aunque había catorce nacionalidades, algunas que usan alfabetos bien diferentes, entre ellos japonesa, iraní, kazaja e israelí.

¡Humillación. Insulto. Debemos exigir que pongan el texto en catalán!, clamaban los medios, las redes sociales, y la Generalidad, crecientemente alejados del sentido común y desconocedores del peso internacional de cada sociedad.

En el avión viajaban cincuenta españoles. Aunque habían despegado de Barcelona, muchos no eran catalanes: su aeropuerto también enlaza vuelos internacionales.

Además, pocos parecían nacionalcatalanistas, aunque residieran en Cataluña.

La prueba es que no habían catalanizado sus apellidos para parecer patrioteros: en las esquelas constaban sin la conjunción “i” para separar apellidos, copulativa copiada en el siglo XVI de la “y” castellana, desaparecida del uso común en el resto de España, aunque conservada en el Libro de Familia.

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