Opinión

Gracias, Campo Vidal

Manuel Campo Vidal, el moderador del debate entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez tuvo una actuación pasiva, aparentemente, al permitir una pelea desigual entre el pasivo presidente del Gobierno de España y un aspirante a ese puesto que resultó una fiera que le lanzaba tremendas dentelladas. Rajoy parecía llevar propuestas, buenas o malas, pero no las presentó porque sólo podía protegerse de Sánchez, cuyo único tema de gobierno era denunciar la corrupción de Bárcenas, Rato y del PP. Está bien durante cinco minutos, pero es crispante que ese monotema oculte durante dos horas, que el moderador no quiso o fue incapaz de regular, qué haría como presidente.

El líder socialista no llevaba preparado un plan de gobierno, que es lo que necesita el electorado para votarlo, y sólo dedicó unos instantes a algunas propuestas imposibles. Como la de triplicar el presupuesto de Educación sin explicar de dónde sacaría los fondos. Sería pasar de los 47.000 millones de euros actuales a 141.000 millones: tendría que acabar con la sanidad, las pensiones, la defensa, o la seguridad.

Quizás la aparente parcialidad del moderador permitiéndole a Sánchez hablar únicamente de la corrupción en el PP resultó una lección para las audiencias al descubrirles la ofuscación del candidato socialista. Encerrado en una causa, es incapaz de razonar simultáneamente sobre otros asuntos, lo que lo convierte en un peligro para el país: parece ser un caso de trastorno obsesivo-compulsivo, según el diagnóstico de un psiquiatra. Este heredero del “talante” de Zapatero es un depredador, una hiena que sólo come animales en putrefacción, mientras que Rajoy es una vieja cebra caída, pero que todavía no está muerta y que puede darle algunas coces a la carroñera.

Gracias, Campo Vidal, por permitirnos descubrir al verdadero Pedro Sánchez.
 

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