Opinión

GUERRA CIVIL

Los artistas 'de la ceja' han vuelto a resucitar el franquismo muerto hace 35 años con otro documental sobre su crueldad, pero no buscan equilibrio alguno evocando también los asesinatos de los perdedores.


Que fueron menores en número, pero sólo porque sus fanáticos se quedaron sin gente que fusilar. De ganar, habrían sido iguales, como reconocen muchos de los 19.000 libos publicados sobre el franquismo tras la muerte del dictador.


Entre ellos destaca un gran fresco literario, equilibrado, de tremenda fuerza y precisión: la trilogía 'Evangélica Memoria' cuyo último tomo, 'Una falsa luz', acaba de publicar Ézaro Editorial. Los dos anteriores fueron 'Entre fronteras' y 'En las catacumbas'.


Su autor, notario como un Tolstoi contemporáneo, es Xavier Alcalá, manchego de nacimiento y formado en Galicia, donde es uno de los autores más venerados.


Se centra en la historia real de un protestante, todavía vivo y con 94 años ahora, desde su infancia, bajo Alfonso XIII, hasta la muerte del dictador.


Cuando se rebela Franco, el protagonista vivía en la zona Nacional, donde, y como disidente del fanatismo nacionalcatólico de entonces, le preparan dos veces pelotones de fusilamiento de los que se libra milagrosamente.


Tras la guerra, como sus correligionarios, sufre durante muchos años persecuciones y amenazas de muerte.


Pero recuerda no sólo el sufrimiento bajo Franco, sino el salvajismo asesino de ambos bandos. Como el caso de aquella miliciana de Orihuela, Alicante, que le extirpaba los órganos sexuales a la gente de derechas y se los hacía comer antes de rematarlos. Y como la fusilaron, alguien la recordará como heroína. Lo trascendente de esta memoria e historia es que su protagonista y víctima nunca resucitó odios ni deseó revancha alguna.


Este país necesita conocer narraciones como esta, no extemporáneas y unilaterales cejas vengativas.

Te puede interesar