Opinión

Leyes contra la islamofobia

En democracias como Alemania, Dinamarca, Suecia o Canadá estudian redactar leyes contra la islamofobia, aunque ya, a demanda de países y organizaciones mahometanas, varios jueces han dictado condenas por racismo y xenofobia contra quienes calificaron esa religión de bárbara, incitadora al asesinato y similar al nazismo. 

Hace unos días en el carnaval de Las Palmas de Gran Canaria apareció un Drag Queen como Virgen María con gestos y frases procaces, una ofensa a los sentimientos religiosos recogida en el Art. 512 del Código Penal, por el que el fiscal abrió diligencias a petición de la Asociación de Abogados Cristianos. La causa seguramente no prosperará, igual que la del asalto de la podemita Rita Maestre, portavoz del actual Ayuntamiento de Madrid, a una capilla en la Universidad Complutense: deberían derogarse ese artículo y otros anteriores afines porque ningún juez quiere aplicarlos. Drag Sethlas “triunfó en los votos, y triunfó con los aplausos de una muchedumbre enardecida”, dijo expresando “el mayor dolor de mi vida” el obispo de Canarias, Francisco Cases, sabedor además de que la mayoría de los que aclamaron al travestí son católicos.

En el mundo islámico unas simples caricaturas de Mahoma provocan decenas de fatuas condenando a muerte a sus autores: es ley divina, no humana. Los caricaturistas daneses viven desde 2005 escondidos porque hay islamistas acechando para asesinarlos; y ello, al margen de los doce parisinos masacrados en el ataque al “Charlie Ebdo” en 2015 por razones similares; muy pocos se atreven ahora a gastar bromas con esa vengativa religión. Pero que las democracias vinculen racismo y xenofobia al rechazo a una religión plagada de yihadistas señala la cobardía de quienes administran los valores occidentales, uno de cuyos orígenes, el cristianismo, es objeto de un odio muy aclamado.

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