Seguramente le molestará por igual a los militantes del PSOE y a los PP, y mucho más a sus dirigentes, pero ambos partidos deben admitir que su política social y económica es muy parecida: es socialdemócrata porque no puede ser de otra manera. En realidad responden por igual ante los problemas del mundo globalizado, como reconoce en un reciente artículo Fernando Savater, el filósofo español cuyos libros se traducen y publican en numerosos países.
Mariano Rajoy y los suyos son cristianodemócratas, los que con los socialdemócratas crearon la UE, pero se olvida porque sus numerosos casos de corrupción tapan esta realidad. La corrupción no deja ver que ideológicamente están lejos de la derecha histórica –la que rechaza la acción social del Estado, como los republicados de EE.UU.--, al participar en la teoría cristianodemócrata europea, prácticamente igual a la socialdemócrata. “Lo malo es que la socialdemocracia ha triunfado en Europa de tal modo que ya nadie puede ser menos y es difícil lograr ser más. De modo que el socialismo se desdibuja entre quienes no lo ven sino como una versión algo más generosa y edulcorada de la derecha pero a veces más ineficaz”, escribe el autor de unos ochenta libros y ensayos, entre ellos el mundialmente famoso “Ética para Amador”.
“En este panorama, el populismo recién patentado (aunque ya más veces recauchutado que una belleza sexagenaria) juega con ventaja. Su línea de crédito no se amplía resolviendo conflictos, sino manteniéndolos vivos y aprovechando la indignación que despiertan para cohesionar sus grupos, por lo demás informes”, continúa.
Y parafraseando a Víctor Lapuente advierte que: “El nuevo político concentra sus esfuerzos en los temas que fracturan a la sociedad en dos bandos para dejar claro que él es el líder de uno”.
