Opinión

Socialismo independentista

Pedro Sánchez está dominado por una sola idea, ser expresidente del Gobierno, puesto que como presidente durará poco tras pactar con Podemos y, aunque lo oculte, con los independentistas de cualquier parte de España.

Hará igual que el PSC-PSOE en Cataluña, que ha unido su poder municipal a los separatistas, y en contra de los constitucionalistas C’S y PP, en al menos en 73 ayuntamientos.

Espera que las bases del partido aprueben asambleariamente, a la manera anarquista, sus alianzas públicas con Podemos y otros antisistema, y las secretas con independentistas con los que promete no pactar, pero a los comenzó a comprar regalándoles cuatro senadores.

Parte de las bases actuales del PSOE está fascinada con el radicalismo de Podemos, que las contagia con su imagen antisistema, directo, connatural en ultras, especialmente los falangistas, cuya prepotencia chulesca y señoritil los nutre e inspira.

El caso paradigmático es el de los 73 ayuntamientos catalanes controlados o gobernados gracias al hermano catalán del PSOE, que se han unido a la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI).

Han hecho, como en Tarrasa, lo mismo que Pedro Sánchez está imponiéndole al PSOE en el ámbito estatal: rechazar agresivamente iniciar un simple diálogo con el PP.

Sánchez exagera sus maldades y desprecia su constitucionalismo para justificar la posible ayuda del anticonstitucionalismo de los anarcoides modelo CUP, los chavistas de Podemos y afines, o los independentistas de ERC y la antigua CDC.

El PSC al que imita Pedro Sánchez se ha acercado ocultamente al independentismo y aprobado con silencios o abstenciones sus ultrajes a la Constitución y al Jefe del Estado, como ha sido callarse el jueves pasado en Olot, donde gobierna, frente a las risas e insultos nacionalistas retirando el retrato del Rey y la bandera española.
 

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