Opinión

Ultraderechas catalanas

Se denuncia en los medios catalanes la reaparición de la extrema derecha españolista, al menos unos 400 militantes fanatizados contra su anunciada República Catalana, sin entender que la ultraderecha catalanista cultiva tal antiespañolismo que, según la ley de los vasos comunicantes, los catalanes radicalmente españolistas surgen como contrario de esos independentistas radicales.

Ambos extremismos forman las ultraderechas catalanas. Una, de extremo patriotismo catalanista, la otra de patriotismo estatalista extremo. Pero ambas, catalanas: el fenómeno es catalán, entre catalanes, y representa la perenne incógnita de quién fue primero, el huevo o la gallina.

Parece que primero debió ser la gallina de la extrema derecha catalanista que es la ANC, Asamblea Nacional Catalana, masa de exaltados crecientemente agresiva y acelerador del separatismo de la Generalidad.

Con su acometividad quiere formar ejércitos antiespañoles, tomar por la fuerza puertos y aeropuertos, amenaza e insulta a los no nacionalistas, y ha incubado así el huevo de la extrema derecha catalana españolista que, como en todo el Estado, había casi muerto tras el fallido golpe de Estado del 23F de 1982.

La ANC debe verse como gemela de la peor ultraderecha española, con sus desfiles, himnos, banderas, llamadas a la rebelión patriótica y a desobedecer la Constitución. Eso es golpismo, aunque todavía sin armas. Pero toda organización patriótica extremista alberga matones y pistoleros que esperan su oportunidad para ser patrióticos padres de la patria.

A los ciudadanos, y con todos sus defectos, les iba bien con la convivencia establecida por la Constitución de 1978, y cuya debilidad fue concederle demasiados huecos a los nacionalismos.

Y los nacionalistas conquistaron poderes excesivos e innecesarios explotando la torpeza de dirigentes como Aznar, que le entregó las escuelas a los separatistas, y Zapatero, que quiso hacerlos semiindependientes con su Estatuto de 2006.

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