Opinión

Vejar las ideas

En España se mantiene aún algo del espíritu inquisitorial que la atemorizó durante siglos, y medio país denuncia todavía los malos pensamientos y palabras del otro medio para multarlo o enviarlo a la cárcel.

Una víctima ahora es José Miguel Monzón, el Gran Wyoming, humorista cercano a Podemos, poco gracioso, que más que humor crea libelos inflamados y frecuentemente groseros.

Podrían aplicarle el código penal por haber dicho en su programa de La Sexta que “Franco quería que la cruz del Valle de los Caídos se viera de lejos; normal, porque quién va a querer ver esa mierda de cerca”.

La “Asociación Para la Defensa del Valle de los Caídos”, afirma que esta y otras expresiones similares sobre ese lugar podrían ser “un delito de ofensa a los sentimientos religiosos, tipificado en el artículo 525, párrafo primero, del vigente código penal”.

Que dice: “Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican”.

Pero vejar los sentimientos no es vejar a las personas que las poseen. El código penal no debería perseguir el derecho a herir ideas tantas veces ridículas.

El derecho a la blasfemia debería ser uno de los grandes derechos humanos. Es el derecho a vejar ideologías que fanatizan, como las yihadistas. Derecho a blasfemar contra ideas o sus dioses asesinos que exigen castigar a quien no los siga.

Cuando España defina como derecho humano la libertad para vejar ideas, no a quienes las posen, habrá dejado atrás definitivamente las tendencias inquisitoriales del artículo 525.1.

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