Opinión

Zapatero,¿Por qué no te callas?

Parecía que José Luís Rodríguez Zapatero se había comedido en el Consejo de Estado, pero ha vuelto a su temeridad habitual en una entrevista televisiva en la que pidió cambiar la Constitución para encajar Cataluña en España. No le bastó la bomba de relojería que dejó con su Estatuto catalán de 2006, declarado después parcialmente inconstitucional, y nuevamente propone satisfacer el separatismo insolidario al que cada concesión hace más insaciable.

En televisión ha repetido indirectamente la promesa que le hizo en un mitin electoral en 2003 a Pasqual Maragall por la que se obligaba a apoyar toda propuesta de Estatuto que elaborara el Parlamento catalán. En el mitin hablaba, como ahora, de una nueva relación Cataluña-España, cuando ninguna de ambas tiene relaciones, puesto que son territorios inertes, y no personas; quienes se relacionan son los políticos para acoplar sus ambiciones. Además, Cataluña es una parte de España, y la expresión es como si una persona dijera que va a mejorar sus relaciones con su nariz, el intestino o su coxis.

Con Zapatero y sus concesiones a los nacionalistas se cumplió el tópico del polvo convertido en lodo separatista, bajo la lluvia constante con la que los nuevos Goebbels independentistas le lavan el cerebro a tantos catalanes desesperados por la crisis, como los alemanes de Weimar lo estaban por la inflación. Cuando se descubría que una legislación laxa ante crímenes horrendos como el de Sandra Palo recomendaba cambiar el Código Penal, Zapatero se negaba a oír las reclamaciones porque “nunca debe legislarse en caliente”.

Peor ahora. La demanda zapateril en caliente es más que una insensatez o una rendición: es un suicidio que el Rey podría evitar repitiéndole el “¿Por qué no te callas?” que silenció a Chávez.

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