Opinión

Abriendo el grifo

Sospecho que el prófugo Carles Puigdemont debe haberse levantado de la cama ayer jueves contentísimo. Primero, porque su Girona –conjunto de su tierra del que es seguidor confeso- amanecía líder del campeonato de Liga de Primera División por primera vez en la historia del animoso equipo catalán que espera al Real Madrid el próximo fin de semana y que será más líder si gana el partido.

Y segundo, porque las expectativas que le ha abierto el presidente en funciones del Gobierno exceden en mucho los contenidos de cualquier sueño que el fugitivo de Waterloo hubiera podido tener desde que salió huyendo rumbo a Europa tras su fallido golpe de Estado, dejando eso sí en el trullo a unos cuantos compañeros de fatigas que aguardan ahora la amnistía presidencial orando muy fervorosamente como es su costumbre, aunque sus condiciones penales sean incomparablemente mejores que las de muchos ciudadanos libres para los que sacar adelante el día a día es poco menos que un tormento al precio que va el aceite de oliva.

Esos que le siguieron en la deriva, se encomiendan ahora a sus santos preferidos porque son, de toda la vida, católicos muy fervorosos como los viejos carlistas de los que descienden. Pero a quien deben encomendarse con especial insistencia es al gallego Cándido Conde Pumpido que, desde su atalaya de presidente del Tribunal Constitucional, elabora a toda máquina un plan estratégico que otorgue cobertura legal al decreto de Amnistía que necesita el presidente para cambiarlo por la Moncloa. Ese es el objetivo y misión que el magistrado tiene que cumplir y para lo que ha sido colocado en ese cargo como pieza de gran estima en este entramado delirante que se construye con vistas a satisfacer los deseos de Puigdemont que, como buen socio de interés, no se colma y cada día que pasa exige otro poquito. La exigencia de borrar de la memoria policial la conexión del independentismo catalán con actos de terrorismo ya ha sido satisfecha, y poco a poco va avanzando en sus deseos. Ahora toca amnistiar, y cuando Sánchez esté en Moncloa, le llegará el turno a la Agencia Tributaria exclusiva para Cataluña, la selección propia en materia deportiva, y en un paso más allá y como traca final al catálogo de exigecias, el referéndum de autodeterminación. Y lo que vaya imaginando por el camino. El grifo ya está abierto.

Te puede interesar