Opinión

Los que aceptan derrotas

Se me antoja ligeramente indicativo y al mismo tiempo hay un escalofrío que, al meditarlo, me recorre desde el occipucio hasta el nacimiento de la frente, el hecho de que dos presidencias de la izquierda populista de la América Latina a las que las urnas han dado un severo matarile en estos días, han asumido mal la derrota hasta el punto de que no la han aceptado, y han montado el gran poyo para tratar de boicotear los legítimos intereses de los ganadores.

El comportamiento de Maduro es pura consonancia con su propia personalidad de indocumentado paradójicamente ascendido al rango de presidente. Maduro administra sin el más mínimo conocimiento de nada un país excepcionalmente dotado en el capítulo de recursos naturales, condenado sin embargo a la ruina por la desastrosa gestión de este sujeto que es una verdadera acémila. Por eso y por su condición de arbitrario mandamás que interpreta las leyes a su manera, controla las instituciones de su país y mete a sus opositores en la cárcel por docenas, es por lo que ha perdido por goleada las elecciones parlamentarias. No está dispuesto a aceptar la derrota y cada día se blinda en su resistencia desesperada. El futuro de este caudillo bolivariano sin otro peso específico que su propio peso en canal y sin más luces que las de barco pirata, es sin embargo y a pesar de su encastillamiento y su uso partidario de jueces y tribunales, cuestión de tiempo y del respaldo que quieran seguir prestándole los milicos. Chávez era milico no se olvide, y tenía a los suyos de su lado. Pero Maduro no es militar y las Fuerzas Armadas le dejarán caer en cuanto se huelan una situación que no les agrade.

Pero mucho más sorprendente que la cerrazón de Maduro en mi modesta opinión ha sido la pataleta de Cristina Fernández de Kirchner, la derrotada presidenta justicialista de Argentina, que no repetiría en la Casa Rosada pero a la que los electores han dado una patada en el culo utilizando las posaderas de su continuador el candidato Daniel Scioli. Adicta al botox, al poder y al dinero, izquierda de guardarropía como todo el peronismo que es en sí mismo una dolorosa patraña como lo fue su ridículo fundador el general, Cristina se ha ido boicoteando la toma de posesión de Macri. Con mitin descamisado y vueltas en helicóptero por la Plaza de Mayo. Dilma Rouseff aguarda turno para irse también armándola.

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