Opinión

O Afiador: Sale el sol

Probablemente no es justo ni equitativo acusar de inacción al presidente del Gobierno simplemente por haberse borrado del mapa durante los cuatro días que ha durado el temporal de nieve. El presidente ha salido de su refugio de Moncloa en la mañana del domingo cuando el sol salía en el horizonte, remedando aquellas escenas de la película “Seven” que presenta al público las primeras imágenes del asesino en serie que la protagoniza –incorporado por Kevin Spacey todo sea dicho- precisamente cuando despunta el primer rayo de sol que aparece en toda la cinta.

Sánchez llegó raudo a la puerta del ministerio del Interior, saludó brevemente a los que le esperaban, se hizo la foto, pasó al interior acompañado por Grande Marlaska, y presidió allí una reunión de emergencia o eso es lo que decía el comunicado oficial de su oficina de información. Como el país está de mal humor, tiene miedo, aguanta un rosario permanente de calamidades, y llueve sobre mojado, los escasos reductos que quedan de medios de comunicación que no le son afines se lo comieron vivo.

Sánchez comienza a padecer –demasiado pronto si hacemos un cálculo sobre los días que lleva en la presidencia- lo que ha dado en llamarse el “síndrome de la Moncloa”, una variante del síndrome de Estocolmo que aqueja indefectiblemente a los huéspedes del palacio presidencial y los impele a refugiarse cada vez más en sus aposentos, renunciado a conectar con la calle. Es un síndrome no específico de los jefes de Gobierno españoles y estoy convencido de que recibe diferentes denominaciones en función del país que se maneja y el nombre que recibe el complejo donde residen sus respectivos presidentes. En el Reino Unido se llamara “síndrome de Dowing Street”, en Francia el “síndrome del Eliseo” en Estados Unidos el “síndrome de la Casa Blanca” y así…

En todo caso, si bien es muy posible que resulte injusto acusar de pasividad al presidente por no dar la cara durante las difíciles horas en las que gran parte del país ha sido azotado por un temporal incomparable de nieve y frío, razones no faltan para acusarle de despego especialmente cuando adopta esa apariencia de divinidad que cada vez le es más frecuente. El país está acosado por situaciones muy difíciles, pero es verdad que no funciona y hacerlo funcionar es su trabajo y su competencia. 

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