Opinión

Un auto histórico

El auto firmado por el magistrado Álvaro Martín que conducirá al banquillo a la plana mayor del viejo socialismo andaluz lleva camino de convertirse en un texto histórico. Redactado con rigor y propiedad, es demoledor. Contiene argumentos suficientes como para desmontar la burda patraña tejida por aquellos que han regido Andalucía desde los primeros compases autonómicos, y establece los principios jurídicos suficientes como para iniciar el proceso de demolición de un vergonzante sistema de clientelismo paternalista que ha convertido Andalucía en una huerta privada regada de subvenciones, enchufes, prebendas, patrocinios, canonjías y abusos partidista y groseros en la administración del mercado de oportunidades. Es por eso por lo que el auto del juez del número 6 de Sevilla es histórico. Inicia un proceso de saneamiento y aclarado de un régimen que ha hecho lo que le ha dado la gana durante cuarenta años. Lo ha hecho en la más absoluta impunidad, ha utilizado para consolidarse todos los recursos públicos e institucionales y los ha subordinado a unos intereses propios.

Para que un territorio de la extensión y trascendencia de Andalucía permanezca convertida en momio indigno al servicio de trama política monocolor durante casi cuarenta años –su primer presidente regional fue Rafael Escuredo en 1982 y solo le han seguido cinco presidente más incluyendo Gaspar Zarrías que lo fue durante unos meses y en funciones cuando Zapatero hizo ministro a Chaves- es porque todo el mundo ha estado en el ajo. Patronales, sindicatos, administraciones del Estado autonómica y municipales, judicatura, medios de comunicación, instituciones, cofradías, clubes deportivos, patronatos, empresas, empresarios, clero, organizaciones sí o no gubernamentales, tíos, primos, sobrinos y demás familia. Y el que no se avenía al servicio y al mamoneo no salía en la foto. La juez Alaya fue linchada públicamente con la desinteresada colaboración del Consejo del Poder Judicial que toleró el linchamiento y lo fomentó sin el menor reparo.

Desde el despacho del hermano de Guerra hasta hoy han pasado más de treinta años. Y el ámbito de corrupción y control férreo ha ido creciendo y abarcándolo todo. El auto del juez Martín es el principio del final de esta vergüenza. Por eso mantengo que es un auto histórico.

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