Opinión

Para ayer mismo

Contagiados por el vértigo que soportan los acontecimientos, muchos de los que yo conozco exigen cambios estructurales en instituciones y sistemas que llevan muchos años comportándose de una manera, y a quienes se demanda que efectúen los ajustes que ellos apetecen en cosa de semanas sin pararse a pensar que se trata de condiciones sujetas a un protocolo administrativo que supera con mucho los deseos propios e incluso los ajenos. Hace unos días, alguien a quien conozco bastante bien, pugnaba porque los políticos fueran elegidos en listas abiertas, y demandaba este cambio de modalidad en el sufragio de manera inmediata ignorando el complejo y largo procedimiento que ha de tramitarse para llevar a cabo semejante revolución en un país que lleva siglo y pico votado listas cerradas.

Por otra parte, convendría aclarar que una decisión de estas características necesita ser discutida en sede parlamentaria y ha llevarse a cabo si la petición es mayoritaria. Por tanto, pasar de listas cerradas a listas abiertas, de proponerse y aceptarse, no podría instaurarse de la noche a la mañana sino muy gradualmente.

Este tipo de conversaciones brotan con más frecuencia ahora que en general el país se ha sentado expectante a ver qué pasa en esas autonómicas catalanas que Mas ha convertido ilícitamente en un plebiscito. A la gente le llega ahora el ahogo y se pregunta cómo será el día después. El día siguiente a unos resultados que, ocurra lo que ocurra, van a desgajar trágicamente a los catalanes en dos mitades si es que no lo están ya de manera irreparable. Mientras la inquietud crece y Europa nos mira con gesto de preocupación y desconfianza –se manifiesta de manera muy nítida en el aumento diario del coeficiente de la prima de riesgo- sospecho que la abogacía del Estado y las más altas instancias jurídicas de la nación están trabajando arduamente para combatir el riesgo de secesión con las armas del Derecho.

Pero yo hace tiempo que soy pesimista y tengo para mí que esto va a acabar mal. Eso sí, como estamos ante otro proceso complicado, tardará tiempo en sustanciarse. Pero mucho han de cambiar las cosas para que este visionario bajito y siempre tenso que es Mas no termine conduciendo esta cruzada a la que ha dedicado su vida y sus conocimientos a un final del que todos nos arrepentiremos.

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