Opinión

Por la boca mueren los peces

Desde que un sistema de democracia plena se recuperó para un país de vocación parlamentaria rota por el dramático paréntesis de la guerra civil y la larga y oscura dictadura franquista, no hemos parado de acudir a las urnas. Nos pasamos cuarenta años sin visitarlas pero nada más rescatar la dignidad perdida fuimos llamados a urnas con tan gran continuidad que, entre unas cosas y otras, hemos votado casi cada dos años y eso es mucho votar incluso para los españoles, que nos pasamos desde julio del 36 a diciembre del 76 en ayunas contando que las primeras legislativas no llegaron hasta el verano del 77. A partir de ahí, municipales, autonómicas para las autonomías históricas, autonómicas para el resto, generales y europeas nos han permitido tomar tantas veces el camino de las urnas que, desde una lamentable falta de costumbre sufrida por la ausencia de comicios hemos pasado a una sobresaturación de consultas que proponen un cierto hastío.

Tantas votaciones facilitan un escenario que parece un dejá vu, en el que los candidatos se suceden en los estrados como si estuviéramos asistiendo a la proyección de “El día de la marmota”. Está casi todo visto y casi todo dicho aunque los partidos emergentes que han ido brotando al amor de nuevas exigencias sociales supongan que son capaces de expresar algo nuevo. La sensación de repetición es tanta que muchos de los aspirantes se hacen un lío en sus mensajes a transmitir y otros, inmersos de la dureza de la carretera, ya no saben ni dónde están y cambian los nombres de las localidades, como en aquella jocosa película de los turistas norteamericanos metidos en un autobús recorriendo parte del continente europeo, “Si hoy es martes esto es Bélgica”.

Se acabo la campaña y hay que suponer que el esfuerzo no ha salido vano. Hoy se decidirá la suerte de más de ocho mil gobiernos municipales que pueblan el país (casi 68.000 concejales saldrán elegidos en estos comicios) y los parlamentos regionales de trece comunidades autónomas más los de las ciudades de Ceuta y Melilla. Serán ediles y diputados los que se encargarán de elegir a sus alcaldes y a sus presidentes en un difícil colofón del procedimiento no exento de constante polémica. ¿Lista más votada o pactos tras las urnas? Es una cuestión que algún día habrá que debatir con todo merecimiento.

Solo queda una reflexión en esta mañana de urnas. No se queden en casa. Voten que quien vota exige.

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