Opinión

Cada uno a lo suyo

El canal público de televisión acaba de estrenar un espacio diario destinado a investigar los infinitos recovecos de la mente humana demostrando los poderes que el cerebro esconde y cuyo potencial es completamente desconocido incluso para sus propios usuarios. Lo conduce el antiguo responsable de narrar en la pequeña pantalla las carreras de Fórmula 1, el periodista asturiano Antonio Lobato quien, con la presentación de esta atractiva propuesta, muda por completo de registro y cambia el ajetreo del gran circo automovilístico por una experiencia más pausada y probablemente más reconfortante a la hora de reconciliar la vida profesional con las exigencias familiares.

Es sorprendente sin embargo observar como quienes han alcanzado el triunfo desarrollando una actividad en la que han ganado prestigio y han sido generalmente reconocidos y admirados, sienten de pronto la necesidad de renunciar a lo que saben hacer para sumergirse en un mundo en el que paradójicamente son novatos. Desde hace algún tiempo, el mejor cocinero del mundo decidió dejar los fogones para dedicarse al desarrollo de un montón de actividades completamente insustanciales y erráticas y aquí tenemos a Ferrán Adriá que revolucionó la gastronomía mundial, marcándose rollos infumables y pretendidamente intelectuales que el personal aguanta por mero respeto hacia la condición genial en lo suyo del personaje hasta que se canse de tanta zarandaja y acabe por no hacerle ni puto caso. “Cese ya el atambor, cese el redoble –escribía Muñoz Seca en “La venganza de Don Mendo”- que ya están mis nobles cansados y yo ahíto, de tanto parchear y tanto pito”.

Mi consejo por tanto es que, en la medida de lo posible, cada uno atienda a la sabia máxima de zapatero a tus zapatos porque no hay más que calibrar al respecto lo que le paso al propio Zapatero –y al país de paso- cuando dejó de teorizar como profesor asociado y se metió a presidente del Gobierno. Es por lo que Paul McCartney me inspira tanta admiración. Podrido de millones y ya veterano, sigue haciendo lo que sabe hacer y que hace, dejémonos de cuentos, como Dios. Componer estupendas canciones y tocar muy bien el piano, la guitarra y el bajo. Da clases de música a los chicos jóvenes en su fundación y no ha pensado en escribir una novela, hacer alpinismo, ni en presentarse a alcalde de Londres. Gracias sir. Usted sí que sabe.

Te puede interesar