Opinión

Canto a las pensiones


Supongo que todos ustedes saben que soy pensionista, condición de la que no me avergüenzo en absoluto teniendo en cuenta que he trabajado como un mulo durante casi cincuenta años, periodo de tiempo este en el que he cotizado religiosamente cada mes, y en el que he cumplido con el esfuerzo fiscal que exigían mis remuneraciones, contribuyendo al erario público sin trucos ni componendas hasta alcanzar el momento dorado del retiro. Una cuarta parte de mi salario desde 1972, año en el que comencé a percibir una nómina, se ha destinado a satisfacer el IRPF y los pagos a la Seguridad Social.

Por tanto, me tengo a mí mismo por legitimado para exigir a los gobiernos una especial atención para con los retirados y la mayor sensibilidad  posible en el tratamiento de su problemática. Sorprendentemente  el interés por los jubilados aparece siempre que nos acercamos a una cita electoral, un momento crucial en la vida de los dirigentes políticos capaz de producir tan mágicos efectos como es por ejemplo el que les permite recobrar de golpe y porrazo la memoria. Tras una larga negociación establecida sorprendentemente no entre gobierno y oposición sino entre gobierno y gobierno, el actual ha anunciado por fin un acuerdo magno para dar a luz los presupuestos hasta el final de la legislatura. Unos presupuestos que tienen un punto de caóticos con el gasto social por bandera y con los ricos en el punto de mira. El espíritu de confrontación que parece haber prendido en los gobernantes produce una cierta inquietud que no solo ponen de manifiesto las clases medias y las asociaciones de empresarios sino, por ejemplo, Emiliano García Page, el verso suelto socialista como se le conoce en Moncloa. Page opina como yo que alentar desde el Gobierno la concepción de país como un cuadrilátero de boxeo en el que enfrentar a los supuestos ricos con los supuestos pobres es no solo una zafiedad sino una mala praxis. Page y yo desearíamos que esto no pasara a mayores.

El caso es que tales presupuestos que habrán de pasar el filtro del Congreso donde Sánchez tendrá que dejarse las muelas contentando independentistas, contemplan un 8% en la subida de las pensiones más un cheque de 100 a las familias con hijos hasta 3 años. Una improvisación sobre la marcha cuyo principal problema es saber quién la paga, porque el papel lo aguanta todo pero este brindis al sol hay que abonarlo. Y el horno no está para estos bollos.

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