Opinión

A Chaves no le consta

Dicen los especialistas en estilismo político que Manuel Chaves ha hecho muy bien cambiándose de look. El antiguo presidente de la Comunidad andaluza mantuvo durante gran parte de sus muchos años al mando absoluto de su tierra el aspecto de un pirata malayo con el cráneo rapado y el rostro lampiño muy en la línea de su estatus de poder sustituido ahora por un tratamiento puesto a mostrar su lado más entrañable como hombre maduro, de sonrisa bonachona y mirada de catedrático emérito.

Lleva la barba crecida y el cabello recortado, y con esa nueva apariencia ha comparecido durante casi tres horas ante el magistrado -del Tribunal Supremo por su condición de aforado- para explicarle que, a pesar de haber permanecido durante veinte años presidiendo la Junta de Andalucía y después de que su monaguillo Gaspar Zarrías presumiera públicamente de que en Andalucía no se movía un papel sin que lo supieran él y el presidente, a estas alturas no le consta nada de lo que se le solicita. No sabía nada, ni tenía idea de nada. Desconoce el destino de esos 855 millones de euros que se han repartido mediante un cúmulo de actividades fraudulentas, no le consta que se haya producido ilegalidad alguna, no tiene la menor información sobre irregularidades siquiera, y alega que si sus directores generales eran unos golfos a él no se le puede culpar en absoluto de ello. Si Griñán tuvo al menos el cuajo de reconocer la existencia de un gran fraude aunque se supusiera a sí mismo al margen, Chaves ni siquiera ha consentido en aceptar la mayor. El interventor de la Junta, que ejerció con ambos y que comunicó pacientemente en continuos escritos a la presidencia la comisión de actuaciones rotundamente irregulares, ha pedido declarar para demostrar que Chaves y Griñán mienten. Mucho más el primero que el segundo, añade en su petición tras ser informado de que Chaves le contó a los jueces que jamás en su vida había recibido oficio alguno de la intervención comunicándole cualquiera de estos hechos.

Zapatero rescató a Chaves y se inventó para él un ministerio y una vicepresidencia con que sacarle de en medio antes de que el ventilador comenzaba a girar y la mierda les pusiera perdidos a todos. Al final, la jueza Alaya le ha dado al interruptor y las aspas ruedan.

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