Opinión

El chico del aparato

El asunto del beso de Rubiales está adquiriendo la apariencia de un alud de montaña, que se inicia con un canto rodando una ladera y acaba sepultando una población. Rubiales comparecía ayer con cara de póquer en la recepción que el presidente del Gobierno en funciones ofrecía a las futbolistas campeonas, y Rubiales aguantaba el chaparrón y soportaba que el presidente la abriera públicamente la puerta de la calle.

Lo que pasa es que, cuando suceden estas cosas, no está de más analizar sus antecedentes, porque en momentos tan ingratos todo el mundo deposita la mirada en el horizonte. Conviene recordar que el presidente que ayer sugería a Rubiales que dimitiera y que es cabeza de un Gobierno que hoy abomina de Rubiales tras besar en la boca públicamente a una de las jugadoras, es el único responsable de su nombramiento. El Gobierno que dirige fue quien se encargó de preparar el terreno para la elección de este personaje que por entonces, y para poder controlar plenamente la Real Federación Española de Fútbol, se dispuso que alcanzara la cumbre federativa teledirigido desde Moncloa. Rubiales, modesto futbolista de carrera corta y oscura, licenciado en Derecho por la Universidad de Elche y combativo con las instituciones, se convirtió en referente reivindicativo y azote oficial desde su condición de presidente de la Asociación de Futbolistas Profesionales en 2010, responsabilidad a la que accedió tras devorar al entregado Movilla que se había eternizado en el cargo desde el 88. Tras el escándalo de Villar y su caída fulminante, Rubiales logró en 2018 la presidencia de la federación coincidiendo justamente con la llegada al poder de Sánchez que lo convirtió en su protegido desde entonces. En 2019, ascendió a la vicepresidencia de la UEFA y en 2020, institucionalmente respaldado y salvaguardado por el aparato de Moncloa, se comió vivo a Iker Casillas que le disputaba el puesto –el ex guardameta se retiró reconociendo que no tenía nada que hacer ante el respaldo oficial de su oponente- y renovó su mandato para cuatro años más.

Rubiales no ha cambiado nada desde el primer día. Es el mismo sujeto zafio, vulgar, taimado y justo de escrúpulos, al que por conveniencia se elevó a los altares. Es el mismo sujeto, solo que le ha abandonado el desodorante. Los que lo encumbraron un día, hoy lo dejarán caer… y a otra cosa.

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