Opinión

Civilización y barbarie

El presidente del Gobierno, ha definido con singular propiedad la amenaza que se cierne sobre el mundo occidental al analizar en Bruselas los sucesos ocurridos en Túnez que han costado la vida a una veintena larga de personas entre ellas un matrimonio de Barcelona al que sus hijos regalaron  un crucero de placer para conmemorar sus bodas de oro. Rajoy ha precisado con rigor y sentido de Estado que esta situación no atiende en absoluto a los principios de una guerra de religión ni puede definirse como un enfrentamiento entre el cristianismo y el mundo musulmán porque nada hay de todo ello en estos comportamientos salvajes. Es sin más un ataque de la barbarie contra la civilización y de ese modo y de ningún otro hay que catalogar este pavoroso escenario establecido por los bárbaros que nos deja a merced de su barbarie porque aquí ninguno estamos a salvo de nada. Túnez, un país ejemplar en su avance democrático, único de todos los países de raíces árabes que se involucraron en un proceso de rehabilitación política y salieron triunfantes, padece a estas alturas el ataque despiadado de yihadismo extremo dispuesto a pulverizar su bien ganada estabilidad política, económica e intelectual golpeando donde al país más le duele. En el próspero negocio de un turismo cada vez más asentado que le permitía regatear su pobreza secular obteniendo los merecidos beneficios de un entorno hermoso, modernizado y en paz que tenía mucho que ofrecer en ese aspecto y al que este ataque se ha encargado de volver a sepultar.


Desgraciadamente nadie está ya a salvo y cualquiera se encuentra en el punto de mira de una corriente que mata y muere con el mismo desparpajo. Túnez está a un brinco de las costas de Italia y a brinco y medio de Valencia. Uno de los proyectos que más se estaban afianzando al comprobar el firme paso del país africano hacia una cada vez más sólida y ponderada democracia era la construcción de un túnel bajo el mar que uniera las costas tunecina y siciliana, unos veinte kilómetros nada más.
Todo eso ha quedado suspendido en el aire tras tal bestialidad. No queda por tanto otra cosa que la toma de decisiones por parte de occidente. Manuel Valls dijo ayer que la incógnita no era si iban a atacar en Europa sino cuándo sería el ataque. Y es verdad.

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