Opinión

Cuestión de cerraduras

Algunas de las cosas que más llaman la atención a los que seguimos esta historia desde fuera persisten en convencernos de que hay mucho más en la destitución fulminante de Tomás Gómez y todo su equipo de la Federación Socialista Madrileña que el sucinto mensaje emitido por Pedro Sánchez para tratar de explicar los hechos. Desde Ferraz, Pedro Sánchez simplemente ha dicho que se está tratando de construir una alternativa ganadora para Madrid pero para el que no esté acostumbrado a estas construcciones sorprende que al otro lado de esa trinchera, en la sede de los socialistas madrileños sita en la primera planta del Palacio de la Prensa, el día de autos se mandara a todos los trabajadores a su casa e inmediatamente se ordenara cambiar todas las cerraduras del inmueble como si se temiera que, emboscadas en la nocturnidad y alevosía, las huestes del cesado invadieran las dependencias del PSM, vaciaran los cajones e hicieran allí mismo una hoguera con los documentos más comprometedores. En definitiva, que a la vista de las situaciones que se están produciendo, lo que parece es que el problema de Gómez y su enérgico apartamiento de todos sus cargos y funciones no es estrictamente político sino judicial y de qué manera. El que fuera en su día alcalde más votado de España no da sensación de tener cabales las cuentas.

El presidente de la Comisión Gestora que es Rafael Simancas -al que le estalló en la cara el famoso “tamayazo”- ya dijo el otro día que estaban ante un proceso excepcional y sin duda debe serlo a juzgar por las medidas que se han dispuesto. Lo del cambio de cerraduras da una idea de la dimensión de esa excepcionalidad a la que Simancas se refiere, pero el problema no se acaba ahí sino que probablemente, con este golpe de autoridad de proporciones sorprendentes, solamente empieza. El profesor Gabilondo baja del cielo en paracaídas y se hace cargo de un solar arrasado. Probablemente ni siquiera es miembro con carné del partido. Pero además es un hombre bondadoso y serio al que poco se le ha perdido en esta lucha a la bayoneta. La que le espera.

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