Opinión

Dame algo

El presidente del Gobierno de la Generalitat –ese señor con aspecto antiguo cuya frondosa cabellera inspira bromas incluso entre los más acérrimos partidarios de la causa independiente- ha escrito recientemente una carta al comisario de Inmigración de la UE para informarle de que Cataluña está dispuesta a hacerse cargo con carecer inmediato de 1.800 refugiados, una cifra extensible hasta los 4.500 en un futuro próximo. Sospecho que el comisario ha recibido con benevolencia este ofrecimiento sabiendo sin embargo lo que semejante gesto encierra. Cataluña está objetiva y oficialmente arruinada, su pasivo pone los pelos de punta, y las agencias internacionales han colocado su deuda incluso por debajo del nivel de los bonos basura. Es decir, a la altura de países tan prósperos como Ruanda o Zaire.

La generosa misiva del presidente catalán coincide con la visita a Madrid de su segundo, el vicepresidente Junquera, que no ha tenido otro remedio que tragarse el orgullo y pedir audiencia a Montoso con la humillante necesidad de rogarle pasta. No se trata de viajar para exigir el traspaso de cantidades justificables sino de peticiones de las que depende la pura supervivencia. Para entendernos, no es un “qué hay de lo mío” sino un “señoríto dame algo”. Como era de suponer, la petición de Junquera en esta visita desesperada ha concluido con un ingreso si bien es muy inferior al que el vicepresidente de la Generalitat solicitaba y probablemente del que necesita. La situación financiera de Cataluña, gracias al desastre alevoso de sus sucesivos administradores, es simple y llanamente la de bancarrota, y aboca a sus responsables a una posición de extrema debilidad en la mesa de negociaciones.

Junquera llegó a Madrid dispuesto a lo que fuera con tal de que le paliaran su ruina. El asunto es tan peliagudo que si no se produjera la ayuda, los funcionarios no cobran, pero si el visitante quería casi dos mil millones, se ha tenido que contentar con trescientos. La pesadilla sin embargo continúa porque la economía catalana es tan calamitosa que en un solo día de ese dinero no quedará nada y será necesario un nuevo socorro. Y otro, y otro, hasta… ¿dónde? Cuesta entender con qué recursos va a afrontar Cataluña la llegada de refugiados si no tiene ni para mantener a los propios. De hecho, si yo fuera catalán, estaría pensando seriamente en emigrar. 

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