Opinión

Deconstruyendo la República

Cada vez que llega el día 14 de abril, personas pertenecientes a colectivos enarbolando banderas tricolores salen a la calle a tomar el fresco y a recordar el segundo de los episodios históricos nacionales en el que nuestro país se gobernó mediante la imposición de un sistema republicano. Defienden una república antigua y caduca, que no se instauró por cauce legal, que fue un estrepitoso fracaso, que cometió errores de bulto, que permitió sucesos atroces como el terrible pasaje de Casa Viejas o el fusilamiento indiscriminado de algunos de sus propios dirigentes cautivos en presidios subterráneos, y que acabo en la más espantosa y culpable tragedia de la reciente historia de este país hermoso y demencial que llamamos España. Estos colectivos no se preguntan por qué se cometió el incalificable atropello de cambiar los colores de la enseña nacional –que la I República ni siquiera se planteó mudar- por una apócrifa con la banda inferior del color morado castellano, ni analizó la caricatura histriónica del noble himno dedicado al ilustre general Riego convertido en himno nacional republicano con una letra añadida inculta e infame, ni se han detenido a estudiar libres de prejuicios y atendiendo al necesario rigor histórico los hechos que propiciaron el propio advenimiento republicano. Se limitan a añorar algo que nació herido, que fue gestionado por incompetentes –salvo don Niceto Alcalá Zamora al que echaron por sensato- y que sucumbió ante un golpe militar que en principio era monárquico y terminó derivando hacia el fascismo más abyecto cuando la situación se convirtió en una guerra civil de la que haríamos bien en avergonzarnos todos.

Esa república que muchos de los que se definen a sí mismos republicanos ni siquiera han estudiado, es un pasaje tan delirante de nuestro pasado inmediato que convendría no tomar como ejemplo salvo que deseemos volver a suicidarnos. Todos los 14 de abril me toca escribir afirmar mi condición de simpatizante con el sistema de gobierno conocido como República que nada tiene que ver con el desastre que significó para los españoles implantarlo. Mi república es otra. La de Alemania, la de los Estados Unidos, la de Francia. Incluso Italia…

Y no lo olvidemos. De casi dos mil años de historia que han cursado desde los tiempos de Ataúlfo (415) hasta hoy, solo doce de ellos fueron republicanos. Tampoco está mal analizarlo.

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