Opinión

Deseos de nuevo año

La llegada de un nuevo año suele coincidir con un amplio y variado catálogo de cuestiones de necesario cumplimiento que cada uno de nosotros escribimos cuidadosamente en la memoria e incluso en un papel o en un documento de ordenador. Se trata de una lista de tareas inaplazables que suele estar íntimamente ligada con el deseo de llevar a cabo a partir de ese momento una vida más más plena, intelectualmente más rica y por supuesto, más saludable.

Las propuestas son, paradójicamente, muy similares a pesar de evidentes diferencias de edad, estabilidad financiera, estado civil y disponibilidad de tiempo libre, y el que más y el que menos se propone dedicarle más tiempo a formarse más concienzudamente, aspira a llevar una dieta equilibrada y darse de alta de una vez en un gimnasio para que la operación bikini que asoma amenazadora la cabeza a principios de mayo no tenga que aplicarse con prisas y sufrimientos y resulte más llevadera si se inicia una vez ha pasado este tiempo tumultuoso de excesos y cuchipandas que se cortan de raíz en cuanto pasan los Reyes Magos.

Estos son, naturalmente, los planteamientos teóricos que se basan más que nada en las buenas intenciones. Los propietarios de centros para el ejercicio, la dietética y la vida sana saben mejor que nadie que el mes de enero es un mes de subidón porque todos el mundo está convencido de que hay que aplicarse el viejo consejo añejo de “año nuevo, vida nueva” y que las gentes, estimuladas por esas ansias de ponerse en forma, reducir el colesterol, combatir la hipertensión y eliminar la materia grasa, se dan de alta en los gimnasios literalmente en masa y se equipan hasta las cejas gracias a una oferta prácticamente infinita de materiales que ayudan a planificar una existencia equilibrada. Luego viene lo que viene y en abril uno no sabe qué hacer con la bicicleta estática que se compró durante el momento febril y la tiene arrumbada en el trastero criando orín y creciendo malvas.

Este servidor de ustedes también está en ello procurando alternar el cuidado de su vida interior con la necesidad inaplazable de librarse de unos kilos que se han ido almacenando tras su reciente periodo peligrosamente sedentario. Uno ya no está para lucir nada, pero es más una cuestión de supervivencia que de estética.
 

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