Opinión

La dinámica del postureo

Si Pedro Sánchez se ha hartado de crear reticencias entre sus hipotéticos votantes es porque nunca ha dado sensación de estar actuando sencilla y llanamente con la verdad por delante. Tampoco en estos momentos en los que el rey Felipe le ha encargado formar gobierno, y lleva casi un mes citando el toro y contoneándose delante de sus astas sin centrarse ni ofrecer la imagen de político serio, consciente y maduro que el país necesita y que la presidencia de un Gobierno requiere sobre todo si, como ocurre con el nuestro, el presidente es el que manda.

Pedro Sánchez se ha limitado a imitarse a sí mismo inmerso en un eterno postureo en el que él mismo se ha encerrado. No tiene verdad en sus actos, no la cuenta ni está en condiciones de expresarla con la honradez y la llaneza que deberían primar en ellos. Hay mucho de corteza e impostura en su comportamiento, un mucho de actuación y de malentendida arrogancia, y eso lo supieron desde el primer momento los votantes de Madrid que le relegaron al cuarto puesto en las urnas. E incluso los del resto, que le advirtieron lo que les transmite su actitud, advertencia traducida en el peor resultado obtenido por el PSOE en toda su historia.

Lo de ahora sigue siendo postureo y más postureo porque Sánchez sabe que un acuerdo con Ciudadanos en estas condiciones es idéntico trozo de nada. Sabe además que si gobierna no va a poder acabar con las Diputaciones porque hoy muchas de ellas –entre las que se encuentra la de Pontevedra- están gobernadas por su propio partido y nadie tira piedras contra su propio tejado ni perro come carne de perro para usar términos más reales y más dramáticos. Y sabe también que una modificación constitucional aunque sea leve no puede llevarse a cabo salvo con una mayoría amplia. En definitiva y para resumir la situación, toda esta puesta en escena es absolutamente inviable sin el PP, y el PP si no gobierna encabezando un pacto a tres y basado en su minoría minoritaria, no se avendrá a rendir sus votos en aras de que Pedro Sánchez cumpla su sueño de sentarse en la Moncloa.

Por tanto, y por encima de tracas y matracas, lo exigible es sinceridad y templanza Este apaño de pacto inservible puede servirle a Sánchez para colocarse y generar portadas. Pero acabará engulléndole porque no se puede seguir aplicando mucho tiempo en un proceso tan serio una estética de banderillero citando al bicho sin que detrás haya nada de nada.

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