Opinión

El proceso al revés

A la hora de estudiar los profundos cambios que se producen en el gobierno de Sánchez tras la crisis ministerial que el presidente ha forzado, los expertos en materia política están desarrollando una ardua labor de interpretación que pone el acento en alguna de las múltiples facetas que se congregan en este terremoto político. Los hay que rastrean los devastadores efectos del triunfo de Ayuso en Madrid, los hay que auguran la consolidación del liderazgo de Illa en Cataluña después de que Izeta se quede al mando de Cultura y Deporte, los hay que investigan los terrores del propio presidente y la quema de sus últimos cartuchos, cesando a todo su equipo para salvarse él. E incluso existen observadores que advierten una nueva carencia de tacto con la Corona a la que se dio parte del cambio ministerial después de que la filtración se introdujera en el torrente informativo.

Yo, como periodista que soy, he procurado ojear lo que este cambio representa en materia de comunicación, teniendo en cuenta que el presidente se ha cargado de un plumazo toda la infraestructura informativa de Moncloa, sospecho al comprobar que nada en ella le ha funcionado. El presidente ha privado a María Jesús Montero de su función de portavoz sustituyéndola por Isabel Rodríguez recién para Administración Territorial, ha despedido con carácter fulminante a Iván Redondo al que hace unos meses quería introducir de cazo en el CNI, y ha sustituido al secretario de Comunicación Miguel Ángel Oliver, por un nuevo titular, el ex diputado del PSC Francesc Vallès. De todos estos cambios, es sin duda, la defenestración violenta del todopoderoso Iván Redondo la maniobra que más sorpresa ha deparado.

Sin embargo, todo este zafarrancho puede seguir sin funcionar si el propio Sánchez no se convence de acatar una regla de oro en el proceso informativo. Es decir, primero es el hecho y después su referencia. Tiene que pasar una cosa para luego contarla y no al revés. El error cometido por este enorme tumulto de asesores, comunicadores, conductores de opinión y mensajeros subliminales es de bulto y se paga. Lo primero es arreglar el problema y luego narrar cómo se ha arreglado. Hasta ahora se ha hecho lo contrario. Veremos qué pasa a partir de hoy.

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