Opinión

O error o estrategia

Como todo el mundo supone, el desfile del Día de las Fuerzas Armadas y la posterior recepción en Palacio Real ofrecida por los Reyes, proponen instantes de cuchicheo y carne de off the record sumamente apreciado por la tribu de la información. Los monarcas abren las puertas de su residencia a la sociedad civil, y los políticos se mezclan con los plumillas y aprovechan para soltar lo que no pueden soltar en encuentros oficiales o ruedas de prensa institucionalizadas en las que todo lo que se dice y se transmite es pura rutina. El otro día se aventaban cosas mollares teniendo en cuenta que se incorporaba al mentidero Alberto Núñez Feijoo, que ya no está en la cita como presidente gallego sino como jefe de la Oposición lo que le otorga un punto más de intensidad a su presencia en un ámbito solemne y colmado de guapas y guapos, reverencias, pompa y circunstancia.

Nadie contaba sin embargo con el sorprendente comportamiento presidencial que quebró de un modo tan dramático el secular protocolo y lo puso tan del revés que el resto de la materia picante se fue al garete sepulta por la insospechada actuación del jefe del Gobierno, capaz de reventar una costumbre que se pierde en la noche de los tiempos para salvarse lo mejor posible del concierto de abucheos, insultos y música de viento que le da la bienvenida cuando accede a la tribuna durante el acto de la parada militar de la Castellana y que se repite con carácter anual. Sánchez llegó tarde al acto e hizo esperar a las Reyes metidos en el coche aguardando su llegada. Si la situación se produjo por un error de horario en la planificación de la Moncloa hay que cesar de inmediato a todos los responsables de protocolo de Presidencia. Si lo que se produjo fue merced a una previa planificación desde el gabinete de grandes ideas y alta estrategia para liberar a Sánchez del abucheo y tratar de enviárselo a los Reyes, al que hay que cesar de inmediato es al presidente aunque sospecho que este supuesto no está reflejado en la Constitución. No hay un título que ofrezca soluciones en el caso de darle plantón al Soberano y echarle de paso el público encima como a los árbitros.

Algunos supondrán que este episodio es una mera anécdota y ya sabemos que desde el Gobierno se le ha quitado a la escena abundante hierro. Minimizar errores, infantilizar reacciones, disimular, también son facetas de esa misma estrategia. La verdad es que es un hecho intolerable provenga del motivo que provenga. Una cosa es que te sugieran no ponerte la corbata y otro mucho más grave, tratar de putear al Rey.

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