Opinión

Foco de tensión

Los enterados en materia de política internacional a día de hoy parecen no tener dudas en su creencia de que América es el auténtico polvorín del mundo, y algunos de los que no tenemos ni la menor idea de cómo se desempeña el mapa político internacional también estamos de acuerdo con este pensamiento, aunque lo hagamos por intuición y no por sapiencia. Lo curioso de este escenario es que no son en estos últimos tiempos territorios de menor entidad con perfil de repúblicas bananeras y palabra inflamada los que están aportando una dramática inestabilidad al continente, sino países hechos y derechos incluso líderes mundiales como ocurre por ejemplo con la supuesta nación más poderosa de la tierra, los Estados Unidos, que lleva unos últimos años dando bandazos y sorprendiendo al mundo con episodios tan disparatados como un intento de toma del Congreso auspiciada en la sombra por el propio presidente de la nación que se saldó con muertos. La última de las estampas con la que un estado tan poderosos nos ha obsequiado es la de la elección del presidente de su Cámara de Representantes que ha necesitado quince votaciones, una situación que no se producía desde los tiempos de la Guerra Civil a mediados del siglo XIX.

A este preocupante rosario de conflictos de toda naturaleza que ensombrecen la vida política y el entramado social estadounidense se han venido a sumar en estas fechas tensiones alarmantes en Perú, en Chile o en Argentina, tres naciones de tomo y lomo inmersas en un ambiente de conflicto social que se traduce en continuos enfrentamientos callejeros. Pero seguramente, la guinda a este panorama que inspira tan profunda preocupación en los más altos foros internacionales lo aporta Brasil, dividido prácticamente en dos mitades ideológicamente opuestas e irreconciliables y cada vez más extremas con la victoria de Lula de Silva en las pasadas elecciones. Las huestes del derechista Bolsonaro que han perdido en las urnas por un ajustadísimo 50’9 contra 49’1, acaban de protagonizar un intento de golpe de Estado tratando de apropiarse en la capital federal de los puntos neurálgicos donde se concentran los tres poderes: Tribunal Supremo, Congreso y sede del Gobierno. Lula ha tomado posesión de su cargo entre un mar de tensiones cuya intensidad no solo no ha remitido sino que se acrecienta cada día. Ya no es solo Venezuela la que inquieta.

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