Opinión

La grandeza del Western

Entre las muchas bondades del western -género cinematográfico al que soy muy aficionado-  quizá la más sobresaliente sea aquella que permite a los ciudadanos que nos toca vivir siglo y medio después de su localización histórica, un universo contradictorio repartido casi a partes iguales entre el comportamiento más generoso y heroico y las más abyectas y viles pasiones. Hace unos días, obtuve un inmenso placer revisando un western poco conocido pero inmenso en toda su expresión, titulado “Muerde la bala”, que Richard Brooks filmó en 1975 con un reparto de lujo formado por Gene Hackman, James Coburn y Candice Bergen, por cierto unas de las actrices más impresionantes y más guapas de las que tengo noticias, aunque no sé si decir estas cosas sea hoy disculpable.

“Muerde la bala” es un western crepuscular porque está ambientado en 1906, unos años después de la derrota española ante las tropas estadounidenses en la guerra de Cuba del 98, y narra la convocatoria formulada por un poderoso periódico que organizó una carrera a caballo de 1.200 kilómetros a través de territorios del Oeste entre cuyos participantes figuran un par de antiguos “rougth riders”, los voluntarios de caballería que lucharon bajo el mando de Roosevelt en aquella guerra que significó la pérdida definitiva de nuestras colonias. La guerra de Cuba estalló alentada por los grandes periódicos  propiedad de los magnates Pulitzer y Hearts tras el hundimiento provocado del acorazado “Maine”, y nos costó una sangría de vidas y recursos que provocó la gran crisis finisecular que laminó el Gobierno presidido por el viejo Práxedes Sagasta, primer ministro amado y respetado por la reina María Cristina, regente de la Corona hasta la mayoría de edad del heredero, Alfonso XIII.

Lo más atractivo que de esta visión del western podemos extraer los aficionados a la Historia es, precisamente, la posibilidad de abrir las puertas hacia el estudio más pormenorizado y veraz de los sucesos históricos inspirados por su tratamiento cinematográfico. El periodo entre siglos que narra esta cinta y en el que se enmarca también una monumental película del género que firmó Sam Peckinpah con el título de “Grupo salvaje”, están mal estudiados, y su visión invita a entrar a fondo en la crisis colonial y el inicio de un siglo nuevo y trágico. Esa misma caballería de cowboys que narra el film estaba, ocho años después, dejándose la vida en las trincheras de la I Guerra Mundial.

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